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18 marzo 2012 7 18 /03 /marzo /2012 20:00

0385g“¡Que viejo estúpido fui al venir aquí, donde ningún ser viviente me cuida! ¡De qué forma tan diferente me consideraban en mi casa! Mi esposa e hijas me miraban como a un ser superior. Se anticipaban a mis deseos. Saltaba al ómnibus por la mañana, llegaba a la ciudad, arreglaba mis pequeños negocios, y para las cuatro y media estaba de nuevo ante mi puerta. ¡Oh, qué maldito viejo estúpido fui al dejar mi villa de Norwood y alistarme para venir a España!”

Memoria de un Comisario de la Legión

(fallecido en la ciudad de Vitoria víctima del cólera)

 

 

 

         Estimado lector, espero poder contar con tu beneplácito y comprensión con los errores que seguramente encuentres en este trabajo. De ser así, te agradeceré me los mandes para su pronta corrección, pasando tu nombre a engrosar el listado de colaboradores en la redacción de este estudio. De conocer algún nombre más, también sería muy útil el que me lo facilitaras, para añadirlo.

         En esta lista "son todos los que están, pero no están todos los que son" . De todos depende que estos últimos sean los menos.

         Gracias.

 

O’BRIEN,  .

         Teniente Primero del Regimiento de Fusileros desde el 23 de Julio de 1836.

 

O’BRIEN, J.

         Teniente Segundo desde el 24 de febrero de 1836, del 4º Regimiento de Granaderos de Westminster, que resultó herido en la batalla de Oriamendi. Murió el 14 de Septiembre en la batalla de Andoain, tal y como nos lo describe H. Wilkinson; “Este oficial me dijo que había pasado junto a Carnaby y Dalrymple, y que había oído los gritos del moribundo O’Brien”.

 

O’CONNELL,  .

         Teniente del 10º regimiento, trasladado a un establecimiento de inválidos como consecuencia de las heridas sufridas en combate.

 

O’CONNELL, Burke.

         Corneta del 2º de Lanceros “The Queen’s Own Irish”, alistado el 8 de Marzo de 1836. Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

O’CONNELL, Charles Maurice.

 

O-CONNEL--1812---1879--copia-1.jpg

 

         Nació en Sydney, Australia, el 13 de Enero de 1812. Era hijo de Sir Charles Maurice O’Connell, y nieto por parte de María, su madre, del gobernador William Bligh. Fue educado en la escuela secundaria de la ciudad de Edimburgo, desde 1819 hasta 1828, año en el que ingresa en el ejército con rango de alférez. Tiene varios destinos entre los que destacan Gibraltar y Malta. Antes de la Legión era Teniente del regimiento 73º.

         En 1835 se ofreció voluntario para servir en la Legión Auxiliar (según la lista de Thomas Farr el 11 o 19 de julio de 1836) , en uno de sus regimientos Irlandeses, concediéndosele el rango de Coronel ( en el listado de Farr se puntualiza que este empleo no se hizo efectivo), aunque la terminó como General de Brigada. Justo antes de embarcar para esta campaña se casó con Eliza Emily le Geyt, en Jersey.

         Estuvo destinado como Ayudante en el Departamento General Militar (Regimiento de los Irlandeses Reales D.A.G). Participó en la batalla de Ayete, junto a San Sebastián, el 5 de Mayo de 1836.

         En 1838, una vez disuelta la Legión, regresó a Inglaterra con algunas condecoraciones, entre las que destacaremos la Real Orden de San Fernando de 2ª clase, comprando una capitanía en el Reg. nº 28. Ese mismo año su padre es nombrado comandante en jefe de los ejércitos de Nueva Gales del Sur, y antes de finalizar el mismo, el 6 de Diciembre, llegó a ayudarle como asistente personal.

         Posteriormente se dedicó a la política con diversas fortunas, la mayoría no muy buenas. Su mejor momento comenzó cuando fue designado jefe de las tropas voluntarias de la nueva colonia de Queensland. Fue elegido para el Consejo Legislativo, actuando como un ministro sin cartera. Fue nombrado Presidente del Consejo tras la dimisión de su antecesor en el cargo. Actuó como Gobernador de oficio de Queensland en cuatro ocasiones.

 

220px-StateLibQld 1 111744 Sir Maurice Charles O'Connell

 

Maurice OConnell Memorial-5374-92713

Monumento en su Honor en Queensland

         Se le concedió el título de caballero en 1868. Murió de cáncer en La Casa del Parlamento el 23 de Marzo de 1879 sin dejar ninguna descendencia.

 

Maurice OConnell Inscription-5376-92713

 

O’CONNELL, M. D.

         Cirujano con empleo de Ayudante del Cirujano  del Regimiento de Reales irlandeses, con fecha 29 de Julio de 1835.

 

O’CONNOR,  .

         Teniente Segundo del 4º de Granaderos de Westminster desde el 8 de Octubre  de 1836.

 

O’CONNOR,   J. 

        Teniente del Regimiento de Reales Irlandeses, empleado como Capitán desde el 12 de Enero de 1836. Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

O’DELL, T.

         Capitán del Regimiento de Reales Irlandeses desde el 5 de Mayo de 1836. Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

O’DRISCOLL, R. 

         Teniente del 8º de Escoceses desde el 10 de Julio de 1836.

 

O’DONNELL, H.

         Teniente del Regimiento de Reales Irlandeses, desde el 28 de Julio de 1836. Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

O’LEARY, .

         Capitán del ejército regular, se alistó con el empleo de Mayor.

 

O’NEALE, J.

         Teniente del Regimiento de Reales Irlandeses, con fecha 11 de Noviembre de 1836.

 

O’NEIL, J.

         Teniente Primero del 6º de Granaderos Escoceses desde el 27 de Enero de 1837.

 

OAKLEY,  .

         Capitán del 1º de Lanceros, trasladado a un establecimiento de inválidos como consecuencia de las heridas sufridas en combate.

 

ORME,  .

         Se alistó como alférez del Regimiento de Reales irlandeses, con fecha 19 de Agosto de 1836. En la lista de T. Farr aparece como intendente del depósito de la Legión en el puerto de Santander.

 

ORMSBY,

         Teniente que sufrió la amputación total de un brazo en la toma de Irún, al ser alcanzado por una bala justo a la altura de su unión con el hombro. Fue operado por Rutherford Alcock. Sobrevivió.

 

PALMER,  .

         Asistente de hospital con fecha 9 de Septiembre de 1836. 

 

PALMER, C.W.

         Se alistó en el 1º de Infantería el 20 de Agosto de 1836.

 

PARKE, E.

         Capitán del Regimiento de Reales Irlandeses alistado el 15 de Diciembre de 1835, empleado como Mayor desde el 1 de Octubre de 1836. Participó en la batalla de Ayete del 5 de Mayo de 1836. Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

PARKER, Hugh.

         Militar profesional del 23º de Fusileros como Teniente, se alistó con empleo de Capitán, siendo Mayor provisional.

 

PARTINGTON, W.

         Teniente del 1º de Lanceros o Regimiento “Reina Isabel” desde el 5 de Julio de 1836. Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

PERRONET THOMPSON, T.

         En el listado de farr aparece como Coronel Honorario con fecha del 20 de Marzo de 1836.

 

PEYTON, W.

         Mayor desde el 30 de Diciembre de 1836. Estaba libre de destino a fecha 4 de Julio de 1837. Posteriormente fue destinado al 4º regimiento.

 

PHELAN,  .

        Teniente Primero del Regimiento de Fusileros con fecha 23 de Septiembre de 1836. Hay muchos datos confusos, por lo que no descarto la posibilidad de que pueda tratarse de la misma persona de alguno de los dos nombres siguientes.

 

PHEELAN (o PHELAN), R.

         Alistado como Alférez del 7º Regimiento, ascendió a Teniente el 23 de Septiembre de 1836. Una bala de fusil le destrozó las dos piernas en la toma de Irún (16 de Mayo de 1836), teniendo que ser amputadas. No pudo recuperarse muriendo poco después.

         “Trajeron también al desgraciado Teniente Pheelan…El fuerte dolor que sufría quedaba manifiesto por sus gritos penetrantes y desgarradores”. H.Wilkinson.

         Tenía 16 años de edad. Es muy probable que su cuerpo se encuentre enterrado en el Cementerio de los Ingleses del Monte Urgull, en San Sebastián, ya que su cuerpo fue trasladado a esta ciudad por barco, según se desprende de las declaraciones de H. Wilkinson.

 

PHELAN, G. (o W.)

         Se alistó como Capitán. Con anterioridad ya era Capitán del regimiento 92º del ejército regular. Se licenció antes de tiempo.

 

PHILLIPS, W.

         Alistado como Teniente Segundo del 1º de Infantería el 19 de Octubre de 1837.

 

PIERCE, W.G.

         Se alistó como Teniente Primero en el 1º de Infantería el 1 de Abril de 1837.

 

PIPER, S.E.

         Ayudante del cirujano del 2º de lanceros “The Queen’s Own Irish” el 21 de Mayo de 1836.

 

PLUMKETT, .

         Teniente profesional del 60º regimiento, alistado con empleo de Capitán.

 

PLUNKETT, G.A.

         Ayudante del Cirujano  del Regimiento de Reales irlandeses, con fecha 12 de Octubre de 1835.                                

 

PRICE, G.F.

         Se incorporó al 8º Regimiento de Granaderos con empleo de Alférez el 23 de Agosto de 1836.

 

PURZESKI,  .

         Teniente de caballería, libre de destino el 23 de Marzo de 1836. Estaba en entre el personal Ayudante del estado mayor del General Santa Cruz.

 

RAE, J.    

         Teniente Primero del 1º de Infantería, alistado el 5 de Agosto de 1836.

 

RAIT, Jammes.

         Procedente del 15º de Húsares donde era Capitán. Se alistó el 1 de Julio de 1835 con el rango de Mayor en el 1º de Lanceros. Posteriormente fue ascendido a Teniente Coronel. H. Wilkinson nos indica que en la toma de Pasajes el 28 de Mayo de 1836, cerca de San Sebastián, fue el primero en entrar en la población al mando de un destacamento de lanceros. Su actuación fue casi suicida, con total desprecio hacia su vida. Dimitió en el mes de Junio de 1836.

 

RAMSAY, Percival.

         Era Capitán del 87º regimiento regular. Se alistó primero como capitán, ascendiendo a  Mayor del  1º Regimiento de Infantería con funciones de Teniente Coronel, alistado el 5 de Mayo de 1836. Posteriormente figura como Teniente Coronel del 4º regimiento desde el 23 de Marzo de 1837. El 5 de Mayo de 1836 participó en la batalla por la toma de los altos de Ayete, en el primer intento por liberar San Sebastián. Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

REEVES, H.

         Asistente del comisario del cuerpo de artillería de la Legión desde el 17 de Octubre de 1836.

 

REID, William.      

 

retrato reid                         

 

         Nació en Kinglassie (Escocia), el 25 de Abril de 1791. Era hijo de Jammes Reid, y de la hija de Thomas Fyers,  Alejandrina. Ingresó en la academia militar de Woolwich en 1806. Fue nombrado Teniente Segundo del Real Cuerpo de Ingenieros el 10 de Febrero de 1809 y ascendido a Teniente el 23 de Abril de 1810. Ese mismo mes se unió al ejército británico que a las órdenes de Lord Wellington se encontraba luchando en la Península Ibérica contra los ejércitos napoleónicos.

         Nada más llegar a Portugal se puso a trabajar en la construcción de la línea defensiva de Torres Vedras, a las órdenes de Sir Richard Fletcher. Estas construcciones militares ocasionaron una gran derrota a los ejércitos napoleónicos. En Abril de 1811 participó en el primer asedio de Badajoz donde fue herido en una rodilla. En el segundo sitio estuvo participando a pie de trinchera, en primera línea.

         En 1811 es mencionado en los despachos de Lord Wellington por su valor y habilidad en su trabajo.

         En el año 1812 participara en el sitio de Ciudad Rodrigo, donde resulta nuevamente herido en una pierna el día 19 de Enero. Esa bala nunca se la extrajeron. Una vez conquistada la ciudad, y trabajar en la reparación de sus fortificaciones, es enviado al tercer sitio de Badajoz. Estuvo nuevamente a pie de  trinchera en la toma de la ciudad, siendo recomendado por Sir Richard Fletcher para su ascenso a Capitán provisional a causa de sus méritos, demostrados en Ciudad Rodrigo y Badajoz. Este ascenso de un Teniente no tenía precedentes en el ejército británico, por lo que fue rechazada.

         En Junio de 1812 participó nuevamente en otro sitio, esta vez es el asedio de Salamanca, participando en el asalto a la contraescarpa del Fuerte de San Vicente, que fracasó. El día 23 dirigió otro intento que tampoco dio resultado, resultando muertos o heridos más de 120 hombres. Por la valentía y coraje demostrado en estas acciones fue mencionado en la orden general de la 6ª División por Sir Henry Clinton y en el despacho de Lord Wellington.

         El 22 de Julio de 1812 participó en la Batalla de Salamanca. Entró junto a Wellington en Madrid y estuvo presente en la captura del Palacio del Retiro el 14 de Agosto de 1812. En Septiembre se desplazó hasta la ciudad de Burgos, formando parte de las tropas que realizaron el fracasado asalto del 22 de Septiembre. Abandonó este sitio a consecuencia de una enfermedad permaneciendo retirado provisionalmente hasta Mayo de 1813.

         En Junio de 1813 toma un papel importante en las acciones previas a la batalla de Vitoria. El 19 de Junio, una división bajo sus consejos atacó el flanco izquierdo del enemigo de manera magistral. Sus asesoramientos también ayudaron a conseguir la aplastante victoria en la decisiva batalla de Vitoria.

         Ese mismo año se desplaza hasta el sitio de la ciudad de San Sebastián, cerca de la frontera con Francia, siendo uno de los que encabezó el fracasado asalto del 25 de Julio, en el que resultó herido en el cuello. Declaró que pensó que estaba condenado a morir, pero su vida se salvó gracias al pañuelo que llevaba anudado al cuello. Fue uno de los pocos que llegó a penetrar por la brecha abierta en la muralla y pudo contarlo, además de varios actos más de valor, como reptar sólo por el conducto de agua de Morlans, que era el que suministraba agua a la ciudad, justo hasta las murallas enemigas. Nuevamente Fletcher iba a mencionarlo en su hoja de servicios, pero la muerte de este ingeniero ante las murallas, antes de mandarla, hizo que esta nueva recomendación prometida nunca llegara a su destino.

         En Febrero de 1814 se le confía la tarea de construir un puente para atravesar el rio Adour, siendo descritos los trabajos realizados por Reid en las memorias de Sir William Napier como “una empresa formidable, que siempre debe figurar entre los prodigios de la guerra”. Reid tomó parte en las batallas de la Nivelle, Nive y Toulouse, volviendo a Inglaterra al final de la Guerra. Fue ascendido a Capitán Segundo el 20 de Diciembre de 1814.

         En 1815 se desplaza a los actuales Estados Unidos de América para atacar la ciudad de Nueva Orleans bajo el mando de Sir Eduard Pakenham. En este ataque perdió a uno de sus compañeros dentro del cuerpo de Ingenieros reales, que había participado junto a él en casi toda la campaña peninsular. Se trata del Teniente Wright. Ambos compañeros eran mencionados por Lord Wellington como “sus jóvenes favoritos”. En esta campaña estuvo durante  la toma del Fuerte Bowyer, cerca de Mobile, el 12 de Febrero de 1815. El mes de Mayo regreso a Inglaterra. Al mes siguiente, se traslada a los Países Bajos, y participa en la entrada y ocupación de Paris. Por sus servicios en la Península, recibió numerosas condecoraciones, pero no logró promocionar su ascenso.

         En 1816 acompañó a la expedición que se preparó para atacar Argel. Presenció el bombardeo de esa ciudad a bordo del “Queen Charlotte” el 27 de Agosto, y tuvo que prestar, junto a los demás ingenieros, sus servicios en las labores de reparación de la nave, ante los desperfectos sufridos durante la acción. Por su papel en estos hechos, recibió la Medalla de Argel.

         El 20 de Marzo de 1817 fue promovido de rango, aunque de manera provisional, ante las fuertes insistencias y presiones ejercidas por Wellington y otros jefes. Al año siguiente, el 5 de Noviembre se casó con Sarah, matrimonio del que sobrevivieron cinco hijas. Una de ellas se casará con el General Sir Neville Chamberlain.

En Diciembre de 1824 es destinado a Irlanda, permaneciendo en Dublín hasta Junio de 1827. El 28 de Enero de 1829 es promovido a Capitán del Regimiento Primero. En 1831 embarca hacia las Indias Occidentales, trabajando en Barbados en la reconstrucción de los edificios oficiales que habían sido destruidos a consecuencia de un fuerte huracán. Regresó a Inglaterra en Mayo de 1834, no siendo necesarios sus servicios militares durante año y medio.

         El 7 de Septiembre se embarca hacia España, con mitad de sueldo, formando parte de la Legión Auxiliar Británica que se había formado con el beneplácito del gobierno inglés, para ayudar a las tropas leales a la reina Isabel II. El General en Jefe de ese ejército sería un viejo amigo suyo, Lacy Evans, quien le ofreció el mando de una Brigada de Infantería.

         Participó en numerosas acciones, entre las que destacamos el levantamiento del sitio de Bilbao en Noviembre de 1835, colaboró con el General Espartero en el ataque a Arlaban, y ayudó a levantar el asedio a san Sebastián en el ataque al alto de Ayete del 5 de Mayo. En esta acción tan sangrienta para las tropas británicas, ya que perdieron noventa y siete oficiales y quinientos soldados de diez mil que eran, fue nuevamente herido en el cuello. También tomó parte activa en el rechazo de los continuos ataques carlistas a las líneas de Evans, principalmente en la zona de Alza, junto a Rentería.  Regresó a Inglaterra en Agosto de 1836, siéndole restaurada su paga completa, ya que, recordemos, en la Legión solamente percibía la mitad del importe total de esta.

         En el listado de Thomas Farr aparece un Mayor Reid  del 7º regimiento, trasladado a un establecimiento de inválidos como consecuencia de las heridas sufridas en combate. No podemos estar seguros si se refiere a este en particular.

         El 10 de Enero de 1837 fue ascendido a Teniente Coronel.

En Enero de 1839 fue nombrado Gobernador de las Islas Bermudas. Fundó escuelas parroquiales a lo largo de la colonia, ya que la población acababa de ser liberada de la esclavitud y era, en casi su totalidad, analfabeta. Fomentó la agricultura, aplicando los últimos avances técnicos. Importó arados, las mejores semillas, etc, etc, logrando una gran producción. Hoy en día es recordado por sus iniciativas como el “Buen Gobernador”. En Diciembre de 1846 es nombrado Gobernador de las Barbados, desempeñando el cargo hasta 1848, año en el que dimite por ciertas desavenencias con la oficina colonial. En Septiembre de 1848 regresa a Inglaterra reanudando nuevamente su carrera militar, esta vez como Jefe de los Ingenieros Reales en Woolwich. Fue elegido vicepresidente de la Royal Society en 1849, ya que había trabajado y publicado dos libros sobre temas meteorológicos, y en Febrero de 1850 es nombrado presidente del Comité Ejecutivo de la Exposición Universal que se celebrará con enorme éxito el año siguiente en Hyde Park. Fue recompensado con la KCB Civil en 1851.

         El 27 de Octubre de 1851 es nombrado Gobernador y Comandante en Jefe de Malta, siendo ascendido el 11 del mes siguiente a Coronel Provisional. El 30 de Mayo de 1856 es nombrado General de División. Su actuación en Malta también fue excelente, ayudando desde la isla a las tropas que participaban en la Guerra de Crimea con el envío de suministros, a la par que ponía en práctica proyectos, para mejorar la vida de los habitantes de la colonia.

         Regresó a Inglaterra en verano de 1858, falleciendo tras una corta enfermedad el 31 de octubre de ese mismo año, tan sólo ocho meses después de la pérdida de su mujer. Hay numerosos monumentos en su memoria, así como varias obras y libros que escribió a lo largo de su vida.

        Es uno de los pocos oficiales británicos que volvió con la Legión Auxiliar a San Sebastián, tras haber participado en su asalto, saqueo y destrucción de la misma en Agosto de 1813.

 

RENWICK, Edward.

         Militar profesional, era Mayor del 83º Regimiento inglés. Se alistó en la Legión con empleo de Teniente Coronel.

 

RICHARDSON, .

         Aparece mencionado en el artículo de Julio Cesar Santoyo, de la Revista Historia y Vida nº 55 de Octubre de 1972, como perteneciente a la Legión con el grado de Mayor. De su estancia en Vitoria se cita “puede decirse en verdad que Vitoria es en este momento la ciudad de la muerte. Hace ya varias jornadas que venimos enterrando seis y ocho soldados diarios”.

 

RICHARDSON, .

         Sargento que desertó se la Legión, uniéndose al bando carlista. Escribió una carta a un sobrino suyo, también voluntario llamado Nangles, en la que le mencionaba lo bien que se les trataba, animándole a que se pasara a los carlistas. Le contó que le ayudaría en el intento un panadero de Vitoria llamado José de Elósegui. Esta carta ocasionó la detención y posterior ejecución del panadero “envenenador” a garrote vil en la Plaza Vieja de Vitoria el 28 de Marzo.

 

RICHARDSON, John.

         A su regreso escribió el libro titulado “Movements of the British Legion”, publicado en Londres en 1837. Seguramente se alistó como Teniente Segundo del 1º de Infantería el 1 de Abril de 1837. 

 

RIDGE, M.

         Teniente Primero del 6º de  Granaderos Escoceses, desde el 8 de Octubre de 1836.  Ayudante del pagador del regimiento desde el 17 de Febrero de 1837.

 

RIGG,  .

         Cirujano de la Legión, libre de destino.

 

RIGG, M.

         Capitán del 1º regimiento. Se licenció antes de tiempo.

 

ROBBINS, J.

         Teniente Primero del 6º de Granaderos Escoceses desde el 17 de Febrero de 1837.

     

ROBERTS, P.R.

         Capitán del 8º de Escoceses desde el 16 de Marzo de 1837.

 

ROBERTSON,  .

         Intendente de los almacenes del 7º regimiento de la Legión. Se licenció antes de tiempo. 

 

ROBERTSON, A.C.

         Capitán del 8º de Escoceses desde el 20 de Septiembre de 1836.

 

ROCHE, J.

         Teniente del 8º de Escoceses desde el 10 de Julio de 1836.

 

ROGERSON, C.

         Empleado en los almacenes del cuerpo de artillería de la Legión desde el 31de Mayo de 1836.

 

ROSS, Malcolm.

         Teniente en su vida militar, en el 23º regimiento, se alistó con el grado de Mayor del 8º Regimiento. Ascendido a Teniente Coronel del 6º de Granaderos Escoceses el 20 de Marzo de 1836, y seguidamente a Coronel del mismo regimiento (en el listado de Farr con fecha 13 de Mayo de 1836, cuyo mando compartía  junto a F.R. Clarcke, el 13 de Mayo de 1836. Casi al final del período de la Legión actuó como General de Brigada interino. Una vez disuelta la Legión continuó un tiempo como ayudante del general O’Donnel.  Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

         Participó en la batalla de Ayete el 5 de Mayo de 1836. En el ataque de Fuenterrabía resultó herido junto al puente que aparece en los grabados de H. Wilkinson (ver el apartado de Wood, C.).

 

ROTTENBERG, G. Barón de.

         Militar profesional perteneciente al 81º Regimiento británico con rango de Capitán, se alistó con empleo de Mayor llegando a ser incluso Teniente Coronel provisional.

 

RUTHERFORD, Alcock.

 

220px-Rutherford Alcock, Lock & Whitfield woodburytype, 187

 

         Subinspector General de los Hospitales de la Legión Británica desde el 5 de Mayo de 1836. Estando en Vitoria, aseguró que esos meses fueron “uno de los peores periodos de la historia médica de cualquier ejército”. (Revista Historia y Vida nº 55. Julio César Santoyo. Octubre 1972).

         De su estancia en la Legión Auxiliar británica escribió un libro titulado “Notas sobre la Historia de la Medicina y Estadística de la Legión Británica de España, comprende los resultados de las heridas de bala, en relación con las cuestiones importantes en Cirugía”,(1838).

         Cirujano del Cuerpo de Sanidad Militar desde el 4 de Julio de 1835. Ascendió a Inspector General de los Hospitales el 5 de Mayo de 1836. Fue herido el 10 de Junio de 1837, y recibió la condecoración de la Orden de San Fernando de  1ª Clase. Somerville lo define en su libro como “an excellent medical officer”.

         Nació en 1809. Era hijo del Dr. Thomas Alcock, quien practicaba la medicina en Ealing, cerca de Londres. Siguió la profesión de su padre, alistándose como cirujano de la Armada Real.

         En 1841 se casó con Henrieta María Bacon, de la que enviudó en 1853.

         En 1844 se le nombró cónsul británico en la ciudad de Fuchow (China), uno de los puertos abiertos al comercio gracias al Tratado de Nanking. Gracias a su correcta actividad fue promocionado como cónsul en la ciudad de Shanghai, donde desempeñó su trabajo desde 1846 a 1859, ayudando mucho al desarrollo del comercio británico en territorio chino.

         En 1859 es destinado a Japón como Cónsul General, exactamente a la legación que existía en la ciudad de Tozen-ji. Su labor logró abrir Japón a los intereses comerciales de su nación. Tuvo que combatir la creciente hostilidad de un sector tradicional japonés contra todo lo extranjero. Su intérprete fue asesinado delante de la legación británica, y en 1860 tuvo que repeler junto a su personal un ataque a la legación por parte de los llamados Ronin.

         Fue el primer europeo en subir el Monte Fuji.

         Regresó a Inglaterra en Marzo de 1862, siendo nombrado caballero de la Orden del Baño y Doctor Honoris Causa en derecho por la Universidad de Oxford. Ese mismo año se caso por segunda vez, ahora con una viuda, antigua mujer del difunto reverendo John Lowder.

         En 1864 volvió a Japón donde ejerció de cónsul un año, siendo destinado seguidamente a Pekín, donde se retiró en 1869.

         Fue presidente de la Royal Geographical Society. Escribió varias obras, siendo el responsable de generar en Inglaterra interés por el arte japonés. El conocía su idioma e incluso escribió un libro de texto para aprenderlo.

         Falleció en Londres el 2 de Noviembre de 1897. Está enterrado en Merstham (Surrey).

 

SALAMO, J.

         Asistente de hospital con fecha 21 de Mayo de 1836.

 

SCOTT, J.

          Se alistó el 4 de Julio de 1835, como Cirujano del 4º Regimiento.

 

SCOTT, J.

         Se alistó el 25 de Octubre de 1835, como Teniente Segundo del 6º Regimiento de Granaderos Escoceses.

 

SCOTT, W.G.

         Se alistó como Ayudante Cirujano el 4 de Julio de 1835. Es cirujano con fecha 29 de Marzo de 1837, aunque figura libre de destino.

     

SERVICE, George.

         Asistente del comisario general de la Legión desde el 15 de Febrero de 1837.

 

SHAW, Charles.

         Nació en 1795 en Ayr, Escocia, recibiendo estudios de derecho  en las universidades de St. Andrews y Edimburgo, para, finalmente, decantarse por la carrera militar.

         Sirvió en la Guerra Napoleónica, embarcando con Sir Thomas Graham en una expedición a los Países Bajos en Diciembre de 1813. Su Regimiento, el 52 de Infantería Ligera vio acción en la toma de Merxem y posteriormente en el asedio de Amberes, quedándose en esa ciudad como parte de la guarnición tras su toma.  El 18 de Junio llegó a Waterloo, pero se le mandó regresar a Bruselas, ya que estaba a cargo del avituallamiento, por lo que se perdió la batalla. A pesar de esto se le concedió la medalla de Waterloo. Posteriormente entró en Paris, regresando a Inglaterra en 1816.

         El 52º de Infantería Ligera se disolvió, siendo destinado al 90º de Infantería Ligera. Antes de entrar en su nuevo destino, pidió permiso para viajar por Europa estudiando las técnicas militares de otros ejércitos. Así estuvo, por ejemplo, en Brunswick y Berlín, estudiando al eficaz ejército prusiano. Una vez regresado, su paga se redujo a la mitad, ya que había recortes en el ejército británico.

        En un viaje de Don Pedro de Portugal por Inglaterra, Shaw se unió a su causa, ya que el trono le había sido arrebatado por su hermano Don Miguel. A pesar de la prohibición que había de reclutar británicos en tierras inglesas, para otros ejércitos, se formó un batallón de voluntarios que embarcó, el 15 de Diciembre de 1831, hacia las islas Azores para recibir instrucción. Shaw recibió el grado de Capitán, siendo el primero en disparar contra los Miguelistas, tras el desembarco de su unidad en Oporto. La ciudad cayó rápidamente en su poder, pero igual de rápidamente fue asediada por fuerzas enemigas. Durante el asedio a Shaw le hirieron en dos ocasiones, ninguna de gravedad, según menciona el Dr. Jebb, antiguo cirujano del ejército británico, alistado con los partidarios de Don Pedro. Fue herido nuevamente, esta vez de consideración el 17 de Noviembre de 1832.

         El ejército de voluntarios fue ampliado con nuevos refuerzos, pasando de un batallón a formar todo un regimiento. Shaw recibió el mando de uno de los batallones, formado por escoceses voluntarios. Los partidarios de Don Pedro lograron abrir un segundo frente junto a Lisboa, uniéndose a estas acciones el regimiento de Shaw. Shaw poco después obtuvo el mando de toda la Brigada de voluntarios ingleses, con el grado de Coronel. Los Miguelistas capitularon el 26 de Mayo de 1834, quedándose Shaw un año más en Portugal, mientras negociaba el pago completo de las pagas que se adeudaban a sus hombres.  Las negociaciones tuvieron únicamente un éxito parcial. En 1835 se le concedió el título de Caballero de la Orden de la Torre y Espada.

         Viajó a Glasgow con varios de sus veteranos, para alistarse con el grado de Brigadier General, ese mismo año, en la Legión Británica. Cuando llegó a  España su enfado fue mayúsculo al comprobar que se le había otorgado únicamente el grado de Coronel, al mando de una brigada con sólo dos regimientos, y no como General de Brigada. También le enojó que su brigada de escoceses fuera disuelta y dividida entre otras unidades. Participó en la ayuda a Bilbao, en la marcha hacia Vitoria y en la batalla de Arlabán. Durante su estancia en Vitoria recibió el grado de Gobernador de la Plaza, teniendo que vérselas con la terrible enfermedad de tifus que afectó a todos los hombres de la Legión. Intentó mejorar el estado lamentable de los hospitales, pero la epidemia ya estaba entre sus filas.

         En Febrero de 1836 se le dio el mando de la Brigada Irlandesa, compuesta por tres regimientos, Pero continuaba con el grado de Coronel. Esta brigada salió rápidamente hacia Santander para embarcarse y partir hacia San Sebastián, donde llegó el día 24 de Marzo, que estaba siendo fuertemente asediada. Participó en la batalla de Ayete el 5 de Mayo, dirigiendo la columna central del ataque. Durante la batalla una bala perdida le golpeó sin consecuencias y otra le dio de lleno en el reloj. Los propios y enemigos elogiaron el valor que demostró e el transcurso de la acción. Por ello se le concedió la Cruz de San Fernando de tercera clase y el deseado ascenso a Brigadier General.

         El 31 de Mayo de 1836 dirigió personalmente la defensa de Alza, pueblecito que era la punta de lanza de las defensas británicas, sometida a fuertes ataques por parte de las tropas carlistas.

         Durante el mes de Julio Shaw dirigió personalmente una brigada de reconocimiento por la costa. Estuvo en Pasajes y llegó hasta las mismas murallas de Fuenterrabía (Hondarribia), pero no pudo tomarla ya que no contaba con la  posibilidad de recibir refuerzos. Una carta enviada a su hermano, en la que le contaba lo sucedido y sus opiniones, se filtro a la luz pública, siendo publicada por el diario “Correo” de Londres, quedando claro que en ella cuestionaba el mando de sus superiores al mando de la Legión. Evans acusó a Shaw de ser él mismo quien filtró la carta, motivo por el cual dimitió a finales de Agosto y regresó a Inglaterra.

         Fue nombrado caballero por la Reina de Inglaterra en 1838.

         En 1839 se le nombra por el Gobierno Primer Comisario Jefe de la Policía de Manchester y Bolton. Se enfrente a varias revueltas y disturbios sociales, siendo finalmente, a consecuencia de sus simpatías hacia los pobres, relevado del cargo el 1 de Octubre de 1842.

         Se casó en 1841 con Luisa Ana, y tuvieron un único hijo, Charles Martin Shaw. Un año después abandonó definitivamente el ejército, ocupándose de sus negocios y de escribir en varias publicaciones sobre temas militares.

         Los últimos años de su vida vivió en Homburg von der Hohe, Alemania, donde falleció en febrero de 1871. Como titular de la Medalla de Waterloo, fue enterrado con honores militares, asistiendo delegados de Francia y Prusia.

         Publicó un libro titulado “Memoria y Correspondencia Personal…. Consta de una narración de la Guerra por la Libertad Constitucional en Portugal y en España desde su inicio en 1831 a la disolución de la Legión Británica en 1837”, Londres, 1837.

 

SHAW, Claudius.  

         Alistado como Teniente Coronel de Artillería el 8 de Septiembre de 1835. Fue ascendido a Coronel el 10 de Junio de 1837. En la lista de Farr aparece como Coronel con fecha del 20 de Marzo de 1836. Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

SHAW, D.B.

         Teniente Segundo de artillería de la Legión desde el 20 de Diciembre de 1836.

 

SHAW, John.

         Mayor del 6º de Granaderos Escoceses desde el 25 de Septiembre de 1836. Otras fuentes lo fechan el 23 de Marzo de 1837. Participó en la batalla del 5 de Mayo de 1836 por la toma de la Altura de Ayete, junto a San Sebastián. Condecorado con la Real Orden de San Fernando.

 

SHAW, S.

         Teniente Coronel el 20 de Marzo de 1836, y después Coronel, al mando del 1º Regimiento de Infantería, participó en la batalla de Ayete del 5 de Mayo de 1836. Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

SHEA,  .

        Intendente de los almacenes del 10º regimiento de la Legión. Se licenció antes de tiempo. 

 

SHELLY, Ricardo.

         Teniente Coronel con labores de Ayudante de Campo.

 

SHELLY, Richard.

         Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

SHEPPARD, E.

         Capitán el 27 de Mayo de 1836, actúa como Mayor del Regimiento de Fusileros desde el 25 de Marzo de 1837. El 5 de Mayo de 1836 estuvo presente en la batalla de Ayete.

 

SHEPPERD, T.

         Mayor del  Regimiento de Reales Irlandeses desde el 1 de julio de 1836. Participó en la batalla del 5 de mayo de 1836 por la toma de las alturas de Ayete, en un intento por liberar la ciudad de San Sebastián del asedio carlista. Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

SHIELDS, Robert.               

         Alistado junto a su hermano en Julio de 1835, es nombrado capitán del 8º de Escoceses el 21 de Enero de 1837. Resultó muerto junto a él, en la acción de Andoain el 14 de Septiembre de 1837.

         H. Wilkinson, cirujano que le atendió antes de la batalla nos narra:

         ”Los hermanos Shields, con grados de mayor y capitán, cayeron también en la población. En la muerte de Robert Shields se da una circunstancia muy particular. El día anterior a nuestra marcha hacia Andoain, se encontraba en la lista de enfermos, como consecuencia de un gran forúnculo en la rodilla; cuando recibimos nuestras órdenes de marcha, le mandé que se fuese a San Sebastián, ya que lo consideraba totalmente incapacitado para el servicio. Me rogó que le permitiese acompañar al regimiento y que persuadiese al Coronel Clarke para que diera su aprobación. Fui al puesto de mando del coronel y le expuse el caso. Escuchó atentamente y, cuando hube concluido, me dijo: “Doctor, si mañana por la mañana el capitán está en la formación, consideraré mi deber ponerle a usted bajo arresto”. Volví a la tienda de Shields con esta desagradable contestación, y le ordene taxativamente que marchase a San Sebastián, Satisfecha mi conciencia en este punto, juzgad mi sorpresa al verle la mañana siguiente con el regimiento. Supe con posteridad que su hermano, el mayor, había rogado encarecidamente al coronel que le permitiera acompañar a la expedición, y había logrado sus propósitos. Si el coronel Clarke se hubiera mantenido firme en lo que era su deber, o si el mayor no se hubiera interferido en el asunto, se habría salvado para su familia y amigos la vida de un completo y perfecto caballero”.

 

SHIELDS, W.

         Alistado en Julio de 1835. Empleado como Mayor del 8º el 5 de Mayo de 1836, y ascendido a Teniente Coronel Provisional del 8º de Escoceses desde el 17 de Febrero de 1837. Participó en la batalla de Ayete del 5 de Mayo de 1836. Murió en la acción de Andoain el 14 de Septiembre de 1837, junto a su hermano, capitán de la Legión. Ver Shields, Robert. Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

SHOLL, W.H.

         Cirujano libre de destino, con paga y prestaciones como ayudante de cirujano.

 

SHORE,  .

         Abanderado del 1º regimiento. Se licenció antes de tiempo. 

 

SIDLEY, C.

         Empleado en los almacenes del cuerpo de artillería de la Legión desde el 14 de Junio de 1835.

 

SIEMS, G.S.

         Teniente Segundo del 4º de Granaderos de Westminster desde el 8 de Julio  de 1836.

 

SIMMS,  .

         Somerville le llama Siemms. Teniente del 4º Regimiento, resultó herido en la batalla de Oriamendi. Cuando se disolvió la Legión Auxiliar se alistó en la 2ª Legión, resultando muerto en la acción de Andoain del 14 de Septiembre de 1837.

 

SKIDD, R.

         Teniente Segundo de artillería de la Legión desde el 17 de Octubre de 1836.

 

SLOANE, W.M.

         Militar profesional, era Capitán del 23º Regimiento inglés de fusileros. Se alistó en la Legión con empleo de Teniente Coronel el 16 de Noviembre de 1835. Desempeñaba el cargo de “alcalde” de la ciudad de San Sebastián (Town Major of San Sebastian). A parte de este cargo, se encontraba libre de destino.

 

SLONE, W.M.

         Figura en el listado de Farr como Teniente Coronel libre de destino el 16 de Noviembre de 1835.

 

SMITH, Benjamin.

         Desconocemos su graduación. Murió en combate y está enterrado en el Cementerio de los Ingleses del Monte Urgull de San Sebastián. Comparten sepultura colectiva Benjamin Smith,  Henry Brexhos?, Jammes Keates, John Gates, Davis Howard y John Newman.

 

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SACRED

TO THE MEMORY OF

JOHN NEWMAN. (Guinier) RE

None At

DAVID HOWARD GER. M. A.

D.V.   1837

JOHN GATES. Sergeant R.M.A.

d    a

HENRY BREXHOUS

BENJAMIN SMITH

JAMMES KEATES  R M A

1835

Jcgda  C. R.M.A.    D

 

SMITH, I.

         Intendente del Regimiento de Reales irlandeses, con fecha 5 de Marzo de 1837.

 

SMITH, J.

         Segundo Teniente de la Legión, encargado de los transportes de ambulancias desde el 25 de Septiembre de 1836.

 

SMITH, W.

         Asistente de hospital con fecha 25 de Enero de 1836.

 

SMITH DE BURGH, S.

         Teniente Coronel del Estado Mayor. Nombrado el 20 de Septiembre de 1836. Figura como libre de destino. Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

SOMERVILLE, Alexander.

 

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        Nació el 15 de Marzo de 1811 en Oldhamstock (Lothian), Escocia. Era el undécimo hijo de Jammes Somerville Orkney María. Se casó el 10 de Enero de 1841 con Emma Binks y tuvieron seis hijos.

         En su autobiografía recuerda su juventud de estudiante junto con trabajos como aserrador, obrero e incluso cantero. (“Autobiografía Memorable de un Hombre Trabajador”, 1848).

         En 1832 servía en el 2º de Dragones (Royal Scots Greys), y sufrió el castigo de recibir cien latigazos por haber escrito y publicado una carta en la que se denunciaba la existencia de simpatías entre  los compañeros hacia los reformistas, a la vez que un malestar por los medios utilizados para reprimir a los manifestantes durante el “Proyecto de Reforma”. Compró su licencia del ejército y se alistó voluntario en la Legión que se estaba preparando para luchar en la Guerra Civil de España.

         Sirvió como Sargento en el 8º de Granaderos Escoceses, enrolándose como voluntario para poder escribir un libro de aventuras autobiográfico. Vivió la mortandad ocasionada por la enfermedad, hambre y frio en Vitoria, y luego estuvo también en San Sebastián.

 

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VISTA DE VITORIA “CIUDAD DE MUERTE”, POR H. WILKINSON.

         Una vez vuelto de esta campaña, escribió la “Historia de la Legión Británica y la Guerra en España”

         Se dedicó al periodismo y a vivir de artículos que vendía a las editoriales, pero una mala gestión de sus editores o tal vez un fraude de sus agentes literarios hace que caiga en la ruina. De esta menara marcha a Edimburgo, donde intenta vivir como editor, pero finalmente parte hacia Canadá en 1857. Donde nada más llegar murió su esposa, hecho que le causo graves problemas emocionales.

         En Canadá se dedicó al periodismo, viajando con sus seis hijos por gran parte del país. Su periodismo político destacó cuando publicó su artículo titulado “Canadá, un campo de batalla”, en el que denunciaba la creciente hostilidad de las relaciones con los Estados Unidos, y señalaba las vías por las cuales el país sería vencido e invadido por sus vecinos. Editor de varios periódicos y publicaciones, llegó a tener influencias en Canadá. Vivió en Otawa, Hamilton y Montreal, pero realmente lo que él hubiera querido era regresar a su Gran Bretaña natal.

         Falleció el 17 de Junio de 1885 en Toronto (Canadá).

 

SOUTHWELL,      Charles.

         Nació en Londres el año 1814, en el seno de una familia humilde. Su padre era un fabricante de pianos que se casó en tres ocasiones. Charles es fruto de su tercer matrimonio, esta vez con Fanny, treinta años más joven que él. La muerte de su padre hacia 1825 ocasiona el abandono de la escuela y que tenga que buscar trabajo con doce años, consiguiéndolo en la fábrica de pianos Broadwood and Sons. Mientras trabajaba en esta empresa, empezó a interesarse por temas religiosos, para al final radicalizar sus posturas y rechazar la religión.

         En 1830 figura en el censo de Londres como un librero. Era radical, entrando poco a poco en un mundo más cerrado. En 1832 se casó con María Seaford, pero su relación fue muy complicada. Hay un hecho curioso, a la vez que escabroso, en el que tras la prematura muerte de ella, se le extirpó el corazón delante de su viudo, por expreso deseo de ella.

         Se alistó en la Legión Auxiliar Británica en 1835, sirviendo durante dos años en España. Regresó tras su licencia a Inglaterra, en un estado de total miseria. Encontró trabajo de nuevo en Broadwood and Sons, y siguió radicalizando más sus posturas. Abogaba por el libre pensamiento, hecho previo necesario para el socialismo, y la neutralidad en los temas religiosos le constaba como imposible. Finalmente abrió una librería en Bristol en 1841, y edito el diario “El Oráculo de la Razón”,resultando arrestado por blasfemo. Se le condenó a una multa de 100 libras y doce meses de cárcel. Una vez cumplida la pena, fundó el” Beacon Lancashire” en 1849, pero tuvo que cerrarlo un año más tarde.

         Abandonó Inglaterra en 1855, rumbo a Australia, para un año después viajar a Nueva Zelanda. Al llegar a Australia intentó ganarse la vida como profesor, dejando de lado los temas religiosos. Pero cuando intentó acceder a un puesto público, aparecieron en escena sus hechos pasados, siendo totalmente desechado y marginado. Por este motivo viajó un año después, como ya he indicado, a Nueva Zelanda, afincándose en la ciudad de Auckland. Dio alguna conferencia, clases, y regentaba una compañía teatral que al poco tiempo cerró, hasta que finalmente fue encerrado en un manicomio, justo dos semanas antes de fallecer, el 7 de Agosto de 1860, de tuberculosis. A lo largo de su vida se casó en total con tres mujeres, pero no se tienen noticias de haber tenido descendencia.

 

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         Fue enterrado en el cementerio de la calle Symonds, en Auckland. La Asociación de Nueva Zelanda de Racionalistas y Humanistas entrega un premio que lleva su nombre desde 1998.

 

southwelltop

TUMBA DE SOUTHWEL, EN AUCKLAND

 

SPAROWW, I.B.

         Teniente Primero del 4º de Granaderos de Westminster desde el 24 de Noviembre de 1836.

 

SPARROW,  J.J. 

         Teniente del Regimiento de Reales Irlandeses, desde el 5 de Mayo de 1836. Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

STACK,  .

         Teniente del 9º regimiento, trasladado a un establecimiento de inválidos como consecuencia de las heridas sufridas en combate.

 

STAPLETON, W. 

         Se alistó en el 1º de Infantería como Teniente Primero el 18 de Septiembre de 1836.

 

STAPLYTON, Bryan.

         Militar profesional con rango de Teniente, llegado del destino de Madrás, se alistó con empleo de Capitán.

 

STEWARD, G.

         Se alistó el 9 de Diciembre de 1835, como Teniente Segundo del 6º Regimiento de Granaderos Escoceses.

 

STEPHENSON, E.

         Teniente profesional de un regimiento de caballería destinado en Madrás, se alisto con el empleo de Capitán Ayudante del 1º de Lanceros o Regimiento “Reina Isabel” desde el 1 de Julio de 1835. Ascendió a Mayor el 5 de enero de 1837. Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

STODDART, J.

         Teniente del 1º de Lanceros o Regimiento “Reina Isabel” desde el 3 de Septiembre de 1836.

 

STRATRUSTEGUY, J.M.

         Alistado en el 4º Regimiento como Primer teniente el 26 de Octubre de 1835. Actuó como ayudante en el depósito de la Legión en el puerto de Santander.

 

STREET, J.B. (o F.B.)

         Capitán del Regimiento de Reales Irlandeses, alistado el 12 de Enero de 1836. Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

STUTTERHEIM, Richard Barón de.

         El 26 de Octubre de 1836 se alistó con el empleo de Teniente en el 1º de Lanceros. Con posterioridad al 10 de Junio de 1837 pasó a servir en el 2º de Lanceros.

         Había estudiado la carrera militar en la escuela de cadetes de Colonia. Participó en la campaña militar de Scheleswing – Holstein, pero las crónicas no le son muy favorables, ya que le atacan como falto de pulcritud, escrupulosidad, prudencia y diligencia. Posteriormente participó en el reclutamiento de 5.000 hombres en Alemania para formar la llamada Legión Británica Alemana. Para realizar este cometido fue ascendido a Teniente Coronel.

 

SULLIVAN, J.O.

         Capitán del 4º de Granaderos de Westminster desde el 22 de Marzo de 1837.

 

SWAN, G.C.

         Militar profesional, era Capitán del 52º Regimiento inglés. Se alistó en la Legión con empleo de Teniente Coronel.

 

SWEENIE,                           

         Soldado apodado por sus compañeros como “Sargento Sweenie”, según refleja en su libro H. Wilkinson. Pertenecía al 60º de Fusileros de guarnición en Cork, del que desertó, embarcándose en el “Rotal Star” hacia España. Se alistó en el 2º de Lanceros. En su libro Wilkinson relata el incidente con los soldados enviados  por el coronel Ellis, para apresar a los desertores que se encontraban a bordo del barco. Este soldado, junto a sus compañeros, lanzó a todo el grupo que quería apresarlos por la borda, teniendo que zarpar el buque inmediatamente para evitar su arresto.

 

SYDNEY CROCKER,  .

         Subintendente de los hospitales desde el 25 de Marzo de 1836.

 

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18 marzo 2012 7 18 /03 /marzo /2012 19:00

0385g“¡Que viejo estúpido fui al venir aquí, donde ningún ser viviente me cuida! ¡De qué forma tan diferente me consideraban en mi casa! Mi esposa e hijas me miraban como a un ser superior. Se anticipaban a mis deseos. Saltaba al ómnibus por la mañana, llegaba a la ciudad, arreglaba mis pequeños negocios, y para las cuatro y media estaba de nuevo ante mi puerta. ¡Oh, qué maldito viejo estúpido fui al dejar mi villa de Norwood y alistarme para venir a España!”

Memoria de un Comisario de la Legión

(fallecido en la ciudad de Vitoria víctima del cólera)

 

 

         Estimado lector, espero poder contar con tu beneplácito y comprensión con los errores que seguramente encuentres en este trabajo. De ser así, te agradeceré me los mandes para su pronta corrección, pasando tu nombre a engrosar el listado de colaboradores en la redacción de este estudio. De conocer algún nombre más, también sería muy útil el que me lo facilitaras, para añadirlo.

         En esta lista "son todos los que están, pero no están todos los que son" . De todos depende que estos últimos sean los menos.

         Gracias.

 

TALBOT, George.

         Capitán del 1º Regimiento de Infantería desde el 1 de Julio de 1835, aunque figura como Teniente Coronel desde el 23 de Marzo de 1837. Se alistó el 1 de julio de 1835, y participó en la batalla del 5 de Mayo de 1836 por la toma del alto de Ayete, en el primer intento de liberar San Sebastián del asedio carlista. Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

TAYLOS, Alex.

         Cirujano de la legión desde el 9 de Agosto de 1835.

 

THOMPSON, J.

        Teniente Coronel del 1º regimiento. Se licenció antes de tiempo.

 

THOREAU,  .

         Mayor del cuerpo de artillería, trasladado a un establecimiento de inválidos como consecuencia de la heridas sufridas en combate.

 

THORNTON,  .

         Capitán del 9º regimiento, trasladado a un establecimiento de inválidos como consecuencia de las heridas sufridas en combate. 

 

TINSON, J.

         Se alistó el 23 de Marzo de 1837, como Teniente Segundo del 6º Regimiento de Granaderos Escoceses.

 

TODD, W.

         Teniente profesional de 85º regimiento, se alistó con el rango de Mayor.

 

TOWNLEY, C.

         Capitán del 1º Regimiento de Infantería, alistado el 25 de Septiembre de 1836. Figura como Mayor en el listado de T. Farr, desempeñando labores de Ayudante de Campo. Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

TOWNSEN, R.T.

         Alistado en Junio de 1835, sirvió como Teniente Primero en el regimiento de Fusileros Irlandeses desde el 12 de Agosto de 1836. Posteriormente se alistó en la 2ª Legión. Murió en el encuentro de Andoain el 14 de Septiembre de 1837.

 

TOWNSHEND, T.T.

         Teniente del Regimiento de Fusileros desde el 8 de Octubre de 1836, siendo el Ayudante del capitán pagador.

 

TRACIE, James.                  

         Militar profesional del 65º regimiento  como Teniente, se alistó con empleo de Capitán, actuando como Mayor provisional.

 

TRAVERS, William Thomas Locke.

 

220px-William Travers ca 1879

 

         Nació en Enero de 1819 cerca de Newcastle West, Condado de Limerick, Irlanda, aunque rápidamente se fue a vivir a Francia con su familia. Por este motivo recibe educación en el pueblo de Saint Malo, de la Bretaña.

Se alistó en la Legión el 7 de Agosto del año 1835, como Teniente del 2º de Lanceros “The Queen’s Own Irish”.

        Una vez licenciado se convirtió en abogado, viajando con toda su familia a Nelson, Nueva Zelanda, donde siguió ejerciendo como abogado. Vivió en Christchurch, donde compró una propiedad (foto inferior de 1866), y Wellington.

 

1988 17 26

 

        Se metió en política, siendo miembro del Parlamento de Nueva Zelanda, y representante de la Ciudad de Nelson primero, y años más tarde como representante de Christchurch, y luego de Ciudad Wellington.

        También dedicó parte de su tiempo a la exploración y botánica, descubriendo las fuentes del río Waiau, y recogiendo muestras que luego envió al Real Jardín Botánico de Kew. Más tarde es uno de los fundadores del Jardín Botánico de Wellington.

         Murió accidentalmente en la estación de trenes de Hutt el 27 de Abril de 1903.

         En su honor se le dio su nombre a varios puntos geográficos de la isla.

 

TREEVE,  .

         Teniente del 1º regimiento, trasladado a un establecimiento de inválidos como consecuencia de las heridas sufridas en combate.

 

TUPPER, William.

         Primo hermano del también Coronel Oliver de Lancey, Tupper  y capitán en el ejército regular, se alistó como Teniente Coronel del 6º Regimiento de escoceses. Durante la batalla del alto de Ayete, recién llegada la Legión Británica a San Sebastián, fue herido en un brazo, pero cubrió la herida con su capa para no desmoralizar a la tropa, siguiendo en la lucha durante dos horas más, hasta que una descarga de fusilería lo alcanzó en la cabeza, muriendo casi instantáneamente. Estos hechos ocurrieron el 5 de Mayo de 1836.

         Al igual que su primo, el coronel Oliver de Lancey, fue enterrado en el lugar en que cayó, conocido como Aizerrota o Molino de Viento, siendo trasladados sus restos un año después, a su lugar de descanso definitivo en el Cementerio de los Ingleses.

         Se había alistado en la Legión en el mes de Julio de 1835. El 1º de Septiembre de ese mismo año recibió un desafío por parte de los carlistas, en el que le proponían un enfrentamiento singular. Mil quinientos hombres de cada bando se enfrentarían sin ningún tipo de ayuda exterior, hasta la total aniquilación de una de las partes. Tupper contestó que no aceptaba desafíos de gentes que solamente sabían luchar mediante emboscadas, pero que en campo abierto, estaría dispuesto a enfrentar su regimiento, compuesto por unos seiscientos hombres, contra mil de los carlistas. El desafío no fue aceptado. Esta anécdota es recogida  por John Richardson, en su publicación “Movements of the British Legion”, Londres, 1837, pág. , y por el cirujano del Regimiento Henry Wilkinson en su obra “Apuntes Paisajísticos y Musicales de las Provincias Vascas, 1838”.

         Otra curiosa anécdota con nuestro coronel como participe, ocurrió durante la marcha realizada por la Legión  desde el 31 Octubre 1835 al 3 de Diciembre del mismo año, finalizada tras su llegada a Vitoria. Cuando aún se encontraban en terrenos colindantes con las levantiscas provincias vascas, Henry Wilkinson, cirujano de la Legión, acudió al Coronel Tupper para informarle de la existencia de una joven en estado parturiento, y que sin la ayuda de uno de nuestros cirujanos corría gran peligro su vida y la de su bebé. Adjudicó el coronel una escolta de treinta hombres para que el señor Jenner, cirujano ayudante del 6º Reg. de Granaderos Escoceses la atendiera correctamente. Esta medida era algo peligrosa, ya que el grupo se quedaría separado del principal cuerpo, en la retaguardia, muy expuesto a un ataque enemigo. Afortunadamente, las tierras en que se desarrollaron los hechos aquí narrados, no eran favorables a la causa carlista, por lo que todo transcurrió con normalidad. La muchacha, de diez y siete años de edad, dio a luz a una niña preciosa. El señor Jenner ofició como padrino en su bautizo, siendo llamada la niña Isabel Medina de Pomar Berry (puede que haya adoptado como nombre el de la población donde vio por primera vez la luz, Medina de Pomar).

 

EDWARD-TUPPER-Y-SU-HIJA-EN-LA-TUMBA-DE-SU-PADRE.jpg

 

         En la fotografia superior se puede ver , según se cree, a Edward Tupper en compañía de su hija, visitando la tumba de su padre el año 1868. Esta curiosíma fotografía es fruto de una de las muchas colaboraciones de D.Gregorio Lacort en el Boletín de Información Municipal.

 

LISTADO-OFIC.-B.A.L.-9289.JPG

 

         El panteón contiene una inscripción en español e inglés, una en la cara norte y otra en la sur, que dice:

 

LISTADO-OFIC.-B.A.L.-9287.JPG

 

CONSAGRADO A LA MEMORIA DE

GUILLERMO L.M. TUPPER

CORONEL DEL 6º ESCOCESES B.A.L.

Y ANTES DEL RE. Nº 25 DE S.M.B.

QUIEN A LA CABEZA DE SU CUERPO

A LA TOMA DE AYETE

EL 5 DE MAYO DE 1836

CAYÓ HERIDO MORTALMENTE

A LOS 32 AÑOS DE EDAD

   

WADE, J.

        Capitán de artillería desde el 25 de Octubre de 1836.

 

WAKEFIELD, William Hayward.

 

W. WAKEFIELD

 

         Nació en 1801, aunque algunas fuentes de Nueva Zelanda sitúan esta fecha en 1803, en Burnham on Crouch, Wickford, condado de Essex, siendo sus padres Edward y Susanna.  De este matrimonio nacieron ocho hijos, de los que William era el cuarto. Fue un niño difícil, que recibió su educación a manos de su abuela materna Priscila y de su hermana mayor Catalina. Estaba muy influenciado por su hermano Edward, y no de manera positiva, hasta que ambos participan en el secuestro de Ellen Turner, una rica heredera. A consecuencia de este acontecimiento, tuvo que suspender la boda con su prometida Emily Sidney, ya que mientras estaba en espera de la celebración del juicio, en libertad condicional, huyó a Paris, para juntarse con su novia, que estaba embarazada de tres meses. Regresó a Inglaterra, siendo rápidamente arrestado y encarcelado en el castillo de Lancaster, siendo condenado a  tres años de prisión. Durante este tiempo su novia murió, dejándole con una hija de seis meses de edad llamada Emily Charlotte.

         En 1832 viajó a Portugal para alistarse como voluntario al servicio del rey Don Pedro, y a pesar de no contar con experiencia militar, alanzó el grado de capitán, sobreviviendo al duro asedio de la ciudad de Oporto. Poco más sacó de este período, a excepción de alguna condecoración.

         Después de Portugal regresó a Inglaterra, para alistarse rápidamente en la Legión Auxiliar, siendo empleado como Coronel del 1º de Lanceros, también conocido como Regimiento “Reina Isabel” desde el 15 de Septiembre de 1836 (Farr usa dos fechas, ya que también menciona el 20 de Marzo de 1836). Participó en numerosas acciones, como la batalla de Ayete el 5 de Mayo de 1836, permaneciendo en la Legión hasta la disolución de esta el año 1837. Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

         Viajó a Nueva Zelanda el 4 de Mayo de 1839 con su hermano Edward, en representación de la resien formada “Compañía de Nueva Zelanda”, resultando ser un gran terrateniente gracias a la compra de tierras que hizo al pueblo maorí. Su misión era la compra de tierras para explotarlas por la Compañía, explorar nuevos territorios y formar nuevos asentamientos. Desempeñó el cargo de principal agente de la Compañía en Nueva Zelanda. Siempre cuido que el trato con los nativos maoríes fuera justo, no cerrando los tratos hasta que ambas partes estuvieran totalmente de acuerdo. Era consciente que la llegada de nuevos colonos tenía que ser conocida por los maoríes y aprobada por ellos.

         Del año 1847 se puede contar una curiosa anécdota que nos muestra a grandes rasgos el carácter de este personaje. Llegó a la isla el Dr. Featherson, de Edimburgo, quien se convirtió en editor de un periódico. Había invertido en tierras desde Gran Bretaña, y al llegar a la isla quedó decepcionado por lo que vio. Publicó un artículo en el que criticaba la inversión que había realizado confiando en la Compañía, pero que al llegar sólo vio que sus prometidas fértiles tierras no eran más que pantanales. William se sintió injuriado y acusado de estafador, hecho que desencadenó un duelo entre ambos personajes. Featherson disparó primero, no acertando el tiro. Inmediatamente después de este hecho Wakefield no utilizó su derecho a dispararle, haciéndolo al aire, alegando que nunca dispararía contra un hombre con siete hijas. Parece que la cuestión se solucionó aquí.

         Murió el 19 de Septiembre de 1848 a consecuencia de un ataque de apoplejía sufrido cuatro días antes, y está enterrado en la parcela 3317, secc. C de E en el cementerio de San Bolton, Wellington. Existe un monumento en su memoria, “Memorial William Wakefield” en la reserva de la Cuenca, en Wellington.

 

WALKER, C.

         Corneta del 1º de Lanceros o Regimiento “Reina Isabel” desde el 1 de Octubre de 1836.

 

WALKER, J.K.

         Cirujano del 1º de Infantería desde el 16 de enero de 1836.

 

WATSON,.

         Se alistó el 17 de Julio de 1835 como cirujano del 8º Regimiento de Fusileros. Se licenció antes de tiempo.

 

WEALE, W.

         Comisario asistente del cuerpo de artillería desde el 31 de Mayo de 1836.

 

WETHERALL, Charles.

         Coronel en funciones, destinado junto al Coronel Carbonell’s al departamento de Inglaterra desde el 15 de Septiembre de 1835. En el listado farr aparece con fecha 20 de Marzo de 1836, libre de destino.

 

WHEAT, P.J.

         Teniente Segundo del Regimiento de Fusileros con fecha 17 de Marzo de 1836.

 

WILKINSON, H. 

         Alistado como cirujano de la Legión, fue ascendido a Oficial Cirujano del Cuerpo General de Sanidad el 23 de Marzo de 1837. Publicó el libro titulado “Apuntes Paisajísticos y Musicales de las Provincias Vascas 1838, en las que narra sus aventuras con la Legión ilustradas con las pinturas que realizó durante las campañas. Se alistó en la 2ª Legión. Resultó herido en el cuello en la Batalla de Andoain en Septiembre de 1837 por una bala. Le salvó la poblada barba que tenía.

 

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Uno de sus dibujos, representando el Cementerio de los Ingleses de San Sebastián.

 

WILLS, T.J.

         Capitán pagador, con fecha 15 de Julio de 1835. Figura en el  listado de Farr como libre de destino.

 

WILSON, W.H.

         Se alistó como Capitán del 8º de Escoceses el 1 de Octubre de 1835. Posteriormente ascendió a Mayor el 20 de Mayo de 1836, terminando el servicio con el empleo de teniente Coronel provisional, desde el 23 de Marzo de 1837. Resultó herido en la batalla de Oriamendi  del 16 de Marzo de 1837.

 

WOOD, C.

         Alistado como Teniente del 2º Regimiento el 1 de Julio de 1835, y ascendido a Capitán el 22 de Septiembre de 1836. Por el elevado número de bajas sufridas tras la epidemia de Vitoria se disolvió esta unidad, siendo trasladado al 6º de Granaderos Escoceses, en el que desempeñaba funciones de Mayor desde  el  1 de Octubre de 1836.

         Fue herido de consideración en dos ocasiones. La primera en la acción de la toma del alto de Ayete, en San Sebastián, el 5 de Mayo de 1836, y por segunda vez el 6 de Junio del mismo año.

         En el ataque a la ciudad de Fuenterrabía (Hodarribia), H.Wilkinson nos relata:

            “En la mañana del día 18 monté en mi jaca y galopé hacia Fuenterrabía. El grabado adjunto representa el puente y convento de los Capuchinos. La vieja ciudad puede verse como a media milla de distancia. Cuando Evans avanzó por primera vez contra la ciudad, este puente fue el escenario de un encuentro, breve pero desesperado, entre dos compañías del 6º de Escoceses, dos de los Reales Irlandeses y treinta o cuarenta Chapelgorris, contra un fuerte contingente de enemigos. Los nuestros lo tomaron a la bayoneta del modo más valiente y resuelto. No se envió, sin embargo, apoyo alguno al reducido destacamento que había obtenido una ventaja tan importante, con la que se cortaba toda conexión entre Irún y Fuenterrabía, por lo que se vieron obligados en definitiva a abandonar el puente. Cubrió su retirada el fuego de dos compañías de la Infantería real de Marina (apostadas tras una tapia de escasa altura que se alza delante mismo del convento) y por los regimientos 6º y 10º.

 

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 Dibujo de Wilkinson, mostrándonos el famoso puente, que vemos en el dibujo de abajo, en plena acción

 

             Algunos soldados españoles quedaron aislados y ante la imposibilidad de volver a cruzar el puente, intentaron hacerlo por el río, pero perecieron ahogados en la intentona. El Mayor Wood, del 6º, escapó por muy poco junto al amplio parapeto, o terraplén, que nace en el mismo puente, y que se ve en primer plano del grabado.

 

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             Fue el último en retirarse hacia el puente y casi había logrado alcanzarlo cuando oyó el galope de un caballo a sus espaldas. Se volvió con el tiempo justo para escapar del sable levantado de un oficial carlista; saltó una zanja y gritó a un viejo veterano inglés que iba de los últimos de la compañía: “Beauvoir, ¿Ves a ese tipo? ¡Derríbalo!”. El viejo y cachazudo soldado se volvió, al tiempo que decía a su camarada: “¡Por mi fé, Jack! ¡Si que es un sirvenguenza” Apuntó fríamente el mosquete contra el bizarro enemigo, y apretó el gatillo mientras gritaba: “A este me lo despacho pronto!”. El disparo estuvo bien dirigido y el oficial carlista cayó muerto de su corcel”.

         Se licenció el día 19 de Junio de 1837, habiendo recibido la condecoración militar de la Real Orden de San Fernando de primera clase.

 

WOODS,  .

         Teniente del 9º regimiento, trasladado a un establecimiento de inválidos como consecuencia de las heridas sufridas en combate.

 

WOOLDRIDGE, J.W.

         Teniente Coronel desde el 1 de Octubre de 1836, libre de destino, con el desempeño de labores como Ayudante de Campo. Participó en la batalla por la toma de los altos de Ayete del 5 de Mayo de 1836, para liberar San Sebastián del asedio carlista. Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

WRIGHT, R.

         Capitán del Regimiento de Reales Irlandeses desde el 12 de Agosto de 1836. Condecorado con la Real Orden de San Fernando de 1ª clase.

 

WYATT,  .

         Teniente Coronel según el listado de Farr, del 8º regimiento, trasladado a un establecimiento de inválidos como consecuencia de las heridas sufridas en combate.

 

WYLDE,.

 

XIMINES, M.

         Teniente Primero del Regimiento de Fusileros con fecha 5 de Enero de 1837.

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5 febrero 2012 7 05 /02 /febrero /2012 13:29

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5 febrero 2012 7 05 /02 /febrero /2012 13:16

                               Muchas veces me he preguntado qué pasaba con los prisioneros de las guerras napoleónicas, dónde los internaban, cuáles serían sus nuevas condiciones de vida, etc.  Buscando por un poco por aquí  y un poco por allá, puedo contaros varias cositas, bastante curiosas.

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Dupont rindiéndose ante Castaños en Bailén.

                        Es muy conocido por todos el cuadro de la rendición del general Dupont ante el español Castaños en Bailén, y siempre que me centraba en las caras de los militares franceses, me asaltaba la pregunta del futuro que les esperaba, de los sufrimientos que a partir de ese nefasto momento de sus vidas tendrían que superar, o rendirse, esta vez ante el abandono y la crueldad, y morir, no regresando nunca más a sus hogares, junto a sus seres queridos.

                        En las condiciones de rendición que se pactaron se decía claramente que los soldados franceses serían repatriados a su nación, pero la Junta de Guerra de Sevilla, ya rendidos los imperiales,  se opuso, quedando roto el tratado  pactado en el Campo de Batalla. Supongo que de haberlo sabido, el francés se hubiera pensado dos veces el rendir armas ante nuestros ejércitos.

                        Dupont llegó a contar en la Batalla de Bailén con unos 25.000 hombres, de los que cayeron en manos españolas no menos de 17.000 (según Menéndez Pidal 17.635). Estos desgraciados conocerían casi todos los medios existentes en la época para internar prisioneros, empezando por una primera concentración en el pueblo de Villamanrique (Ciudad Real).

                        Duro e inhumano fue el traslado de todos ellos hasta la costa gaditana, teniendo que recorrer ese largo trayecto bajo el sol de justicia de nuestra Andalucía, a la vez que la población dedicaba sus "mejores" calificativos y sus deseos de linchamiento a la interminable columna que lentamente serpenteaba hacia un incierto futuro. Pedradas, escupitajos, agresiones... sed, calor... miedo....

                        Por fin llegaron a la Bahía de Cádiz, y pudieron ver cuál iba a ser su nuevo hogar. Eran unos pontones flotantes, sucios e insanos, viejos, infectados de ratas... En esos 16 antiguos buques de guerra, se amontonaron  los miles de cautivos durante nueve meses. Casi un año!!! Privados de cualquier atisbo de higiene, de medicina, de compasión. Rápidamente la disentería, el hambre, las infecciones y la desesperación se cebaron en ellos, teniendo que tirarse todas las mañanas innumerables cadáveres al mar. Esta matanza encubierta fue de tal dimensión, que se sabe que los habitantes de Cádiz se negaron a comer pescados capturados en la Bahía, ya que no querían comer animales que se alimentaban de muertos.

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Pontón utilizado como prisión.

                        Al final una buena noticia. Nos embarcan, seguro que regresamos a Francia gracias a algún tratado, o a algún intercambio de prisioneros!!!! VIVE L'EMPEREUR!!!

                        Cuando el convoy llegó a su destino, es fácil imaginar el desasosiego y la tristeza que se apoderaría de esos antiguos soldados del Imperio más poderoso de Europa. Los iban a dejar abandonados en una isla rocosa, sin vegetación, casi sin agua, sin edificios en los que guarecerse del viento y las tempestades. En una isla en la que solamente vivían unas pocas cabras, que dieron origen a su nombre... CABRERA!!!

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Isla de Cabrera.

                        Los españoles y sus aliados británicos, ante la duda de dónde podemos internar a varios miles de enemigos, que a la mínima se pueden amotinar y levantarse en armas, encontraron una solución muy fácil. En una remota y pequeña isla, abandonada de la mano de Dios y de los hombres, en esos tiempos... y que ahora, igual que antes, sigue en la misma situación, con la única diferencia que llamamos a ese estado de aislamiento "Reserva Natural". Cabrera es su nombre, y penalidades y abandono el destino del gabacho. Pobres desgraciados!.

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                        Más de cinco años estuvieron abandonados a su suerte en esas rocosas tierras. Sólo tenían un minúsculo manantial con el que saciar la sed, por lo que las colas que se producían eran interminables. Las cabras desaparecieron nada más llegar los galos a la isla. Se calcula que el número de internados rondaba los 13.000, hecho que nos indica claramente la enorme mortandad que habían sufrido en los pontones de Cádiz. La comida llegaba cada cuatro días aproximadamente... cuando llegaba, ya que muchas veces por una u otra razón, la visión de las velas del barco que traía algo que echarse al estómago no aparecían. Cuando lo hacía la descarga consistía en pan mohoso, habas y aceite de muy mala calidad.

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Grafitis realizados por los prisioneros en las rocas.

                        La muertes se sucedía y se multiplicaban. El hambre hacía estragos, llegando a hablarse de casos de canibalismo. Ante esta deshumanización se tomaron medidas urgentes, dotando a los internados de unas normas básicas que permitieran guardar, al menos, las apariencias de que detrás de esos sacos de huesos, de esos seres vestidos con los restos de los que en su día fueron los uniformes más lujosos de Europa, todavía había seres humanos. Se organizaron veladas de teatro, un hospital, e incluso se trazó una calle con el pomposo nombre de "Palais Royal".

                        Se castigó con la pena de muerte el canibalismo, se organizó la pesca desde la costa, la plantación de semillas, la caza de lo que existiera... cualquier detalle que pudiera mejorar la calidad de vida era estudiado. Todo esto se hacía bajo la atenta mirada de los carceleros hispano británicos, que se encontraban a bordo de un bergantín inglés y dos cañoneras españolas.

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Monumento erigido en la isla, en recuerdo de las víctimas.

                        En esa isla murieron más de 10.000 soldados franceses, cuyos restos fueron devueltos por el Estado español a Francia un siglo después. No hay nada que disculpe la actitud de nuestro país con los combatientes de Bailén, pero no es menos cierto que los franceses no hicieron nada por liberarlos, cosa fácil ante el aislamiento de la isla, y la escasa fuerza que los vigilaba. Todos tienen que entonar un "mea culpa".

                        Los oficiales internados tuvieron algo más de suerte, ya que muchos fueron trasladados a otro tipo de internamiento, que bien pudo ser el que describo a continuación.

                        Puede que nos encontremos ante el primer "Campo de Concentración" de la historia, ya que fue mandado construir para albergar a los prisioneros franceses, sobre todo oficiales, capturados entre 1797 y 1814. Su capacidad era para no menos de 7000 prisioneros y se encuentra en Peterborough Cambridgeshire.

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El "Campo de Concentración", según un grabado de la época.

                        Se encontraba provisto de barracas, fosos, y muros, es decir, de todo lo que nuestra imaginación asocia con un auténtico Campo de Concentración. Situado hacia el interior, lo suficientemente alejado de la costa como para impedir una acción exterior, bien comunicado gracias al rio, que facilitaba el traslado de prisioneros y materiales, y rodeado de campos agrícolas, que  suministraba  alimentos.

                        La parte de la prisión era de forma octogonal, con cuatro cuadrantes rodeados por vallas de madera,  dentro de los cuales se encontraban las barracas, con dos pisos de altura. En ellos se hacinaban los prisioneros, que a consecuencia de la falta de espacio se veían obligados a dormir en hamacas.

                        El trato a los prisioneros no era malo en comparación a lo que hemos visto hasta ahora, pero la dureza de la vida entre esos muros, y alguna epidemia, sobre todo de tifus, agravada por el enorme número de personas encerradas, hicieron que el número de fallecidos, en 17 años de vida de las instalaciones, fuera de casi 18.000 muertos.

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Vista aérea de los restos de la prisión.

            El Campo se clausuró en 1815, tras la derrota de Napoleón en Waterloo. Actualmente un águila de bronce sobre una columna y pedestal, erigida en 1914, nos indica lo que ocurrió en este lugar. Un oscuro y triste rincón más de la historia de la humanidad. ¿Humanidad?.

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20 noviembre 2011 7 20 /11 /noviembre /2011 17:25

 

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            Cotilleando por Internet he encontrado algunas fotos muy curiosas.  Se trata de veteranos de las Guerras Napoleónicas. Los de la foto superior son dos participantes en la Batalla de Waterloo, uno francés y el otro inglés, dandose la mano.... pero es curioso que, o por exigencias del fotógrafo, o por otras ocultas razones... no se miran a la cara.

 

              Os muestro algunas fotos con unas pinceladas de sus vidas.

  Louis Victor Baillot

 

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               La foto superior pertenece a Louis Victor Baillot. Nacido en Percey (Yonne), el 9 de Abril de 1793, fue reclutado obligatoriamente el 25 de Noviembre de 1812. Hizo la campaña de Alemania en el 105º Regimiento de Infantería de Línea, con el que participó en la batalla de Wittenberg, en las operaciones de Mecklembourg y en el asedio de Hamburgo.

 

 

               Volvió licenciado a Francia, para, un año después, ser nuevamente llamado a filas como fusilero del 105º Regimiento de Línea. Con él formó parte del Ejército del Norte, luchando en la famosa batalla de Waterloo, donde resultó herido por un sablazo en la cabeza el 18 de Junio de 1815. Un día después cayó prisionero de los ingleses, permaneciendo internado en un pontón hasta el año siguiente.

 

                 Fue condecorado con la medalla de Santa Helena en 1857, y con la Legión de Honor en 1896. Murió el 3 de Febrero de 1898, en su casa de Carisey (Yonne), a la edad de 104 años, 9 meses y 24 días.

 

 

Jacques Pascal Monnier 

 

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                         La foto superior pertenece a Jacques Pascal Monnier, nacido el 20 de Abril de 1778 en St. Martin aux Buuneaux (Seine Maritime), en una familia de tradición marinera. Sirvió en numerosos buques franceses, de transporte y de guerra. Una de sus acciones más espectaculares, como ya he indicado al principio de este artículo, fue el salvamento de las tripulaciones españolas, aliadas en ese momento (12 de Julio de 1801), que servían en los imponentes navios españoles San Carlos y San Hermenegildo (en el cuadro inferior, obra de Carlos Parrilla), que engañados por un buque inglés, se cañonearon mutuamente confundidos por la oscuridad de la noche, hasta destruirse completamente.

 

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                          Una vez caído el Imperio y regresado la monarquía, se dedicó a la pesca y la navegación de cabotaje. Se le concedió por sus servicios, prestados anteriormente, la Legión de Honor el año 1865. Murió en 1869, a los 90 años de edad.

 

 

VIALA CHARON

Viala Charon

            El Barón Viala Charon fue un militar y político francés. Nació en Paris el 29 de Julio de 1794, y murió en la capital francesa el 26 de Noviembre de 1880.

 

            Se alisto como subteniente de ingenieros el o de Octubre de 1813. Participó en la campaña militar de 1814, estando en la defensa de Metz, y en 1815, participó en la famosa Batalla de Waterloo.

 

            Estuvo en España  a partir de 1821 con los Cien Mil Hijos de San Luis, donde participó en los asedios de Pamplona y San Sebastián. A partir de 1835 estuvo en la Guerra de Argelia, donde permaneció 14 años, hasta que fue nombrado Gobernador General de Argelia.

 

            En 1850 regresó a Francia, y fue elegido Senador.

 

BONIFACE DE CASTELLANE

 

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            Nació en Paris el 21 de Marzo de 1788.

 

            El 2 de Diciembre de 1804, día de la coronación de Napoleón como Emperador, ingresó en el ejército como soldado. Desde el escalafón más bajo, fue ascendiendo escalón a escalón hasta llegar a Mariscal de Campo el año 1824.

 

            Participó en la campaña de Nápoles, en la de España a partir de 1808,llegando a ser el ordenanza del Emperador durante los días que este permaneció en nuestro país. Posteriormente participó en muchísimas batallas por el centro de Europa, destacando en Wagram, donde fue condecorado. Napoleón le nombró "brave jeune homme", y Caballero del Imperio.

 

            En 1812 estuvo en la campaña de Rusia. Presenció las batallas de Vitebsk, Smolensk, Moscú y en el famoso paso del Beresina. Durante la retirada de Rusia formaba parte del "Escuadrón Sagrado", encargado de la protección personal del Emperador. Es en este momento cuando sufre a consecuencia de las bajas temperaturas la congelación parcial de la mano derecha.

 

            En 1823 entra en España con los Cien Mil Hijos de San Luis.

 

            Prosiguió su carrera militar hasta 1852, año en que fue nombrado senador de Lyon y Mariscal de Francia. Tiene la Gran Cruz de la Legión de Honor, Caballero de San Luis, La Gran Cruz de la Orden de Carlos III de España y la Orden de Leopoldo.

 

            Falleció en Lyon el 16 de Septiembre de 1862, a los 74 años de edad.

 

M.L.J.BRIALMONT

 

 

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            Nació en Lieja (Bélgica), el 12 de Octubre de 1791.

 

            Se alistó como soldado de los ejércitos napoleónicos el año 1808, hasta que fue licenciado con honores en 1816, ya con rango de Capitán del Estado Mayor. Participó en las campañas de 1808, el España en 1811, Rusia en 1812, en 1813 en Sajonia e Italia, en 1814 en Italia, y finalmente en 1815 en la famosa batalla de Waterloo. Siguió la carrera militar llegando a ser Teniente General de los ejércitos de Bélgica.

 

            Fue herido de un disparo en la pierna izquierda en el ataque de Astorga (1810), de un lanzazo en la pierna derecha en 1812, y de varios disparos que le dieron en el hombro derecho y brazo izquierdo en la batalla de Bautzen (1813).

 

            Caballero de la Legión de Honor, Gran Cordón de la Orden de Leopoldo, Medalla de Santa Helena, son algunas de sus condecoraciones.

 

            Falleció el 15 de Abril de 1885 a la edad de 96 años.

 

JOSE LUIS KAESS

 

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     Nació en Ribeauvillé (Alsacia) el 19 de Marzo de 1790

 

            Sirvió como fusilero en el 95º de Línea y en el 130º de Línea de los ejércitos imperiales, desde 1810 hasta 1815.

 

            Falleció el 2 de Febrero de 1889, con 98 años de edad.

 

ETIENNE F. LEGENDRE

 

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            Nacido el 27 de Octubre de 1788 en Poses.

 

            Sirvió en los ejércitos napoleónicos.

 

            Murió en Marzo de 1890, con 101 años.

 

EMILE MELLINET

 

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            Nacido el 1 de Junio de 1798 en Nantes.

 

            Se alistó como simple soldado en 1813, terminando la carrera militar como General de División en 1855. Siendo soldado de los ejércitos napoleónicos participó en la defensa de Paris (1814) y en la batalla de Waterloo.

 

            Entre sus condecoraciones encontramos la Gran Cruz de la Legión de Honor.

 

            Murió el 20 de Enero de 1894, a la edad de 95 años.

 

GEERT ADRIAANS

 

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            Nació en Groningen (Holanda), el 21 de Septiembre de 1788. Se convirtió en el penúltimo soldado napoleónico en fallecer, siendo famoso por su extrema longevidad, ya que vivió 110 años.

 

            Formó parte de 33º de Infantería Ligera, y fue condecorado con la Medalla de Santa Helena.

 

            Murió en su ciudad natal el 3 de Febrero de 1899, a la ya mencionada edad de 110 años.

 

JAMES GUTHERIE

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                               Nació en Londres el 1 de Mayo de 1785. Desde muy joven se dedicó al estudio de la cirugía, hasta lograr el doctorado. Inmediatamente, con menos de 18 años prestó sus servicios en el Regimiento nº 29 de Infantería.

                               En 1807 se embarcó para Gibraltar, y un año después estaba a las ordenes de Wellington en la Campaña Peninsular. Participó en casi todas las acciones en suelo portugués y español, destacando Ciudad Rodrigo y Salamanca. También estuvo presente en la campaña de los Pirineos en 1814, por lo que tengo alguna duda de que tal vez sí estuviera presente en el asedio de San Sebastián.

                               Fue un gran cirujano de su tiempo, atendiendo personalmente a casi 20.000 hombres a lo largo de su actuación en los ejércitos de Wellington. Impulsó mucho la cirugía, intentando evitar las amputaciones de miembros, tan comunes en esos tiempos. Estuvo a punto de morir varias veces en combate, sobre todo por disparos artilleros, pero la vez que más peligro corrió su vida fue a consecuencia de una fiebres tifoideas en España.

                               Murió el 1 de Mayo de 1856 a los 71 años de edad.

 

 

                A continuación os pongo unas fotografías de veteranos vistiendo sus uniormes de campaña. Son muy curiosas, y según parece, se realizaron entorno a 1857.

 

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Dreuse, del 2º de Lanceros de la Caballería Ligera de la Guardia (1813 - 1814).

 

ducel, mameluco de la guardia 1813 - 1815

Ducel, Mameluco de la Guardia Imperial (1813 - 1815).

 

dupont, 1 husares

Dupont, del 1º de Húsares.

 

granadera burg, 24 reg de la guardia 1815

Burg, del 24º de Granaderos de la Guardia Imperial (1815).

 

sargento taria, granadero de la guardia

Sargento Taria, Granadero de la Guardia.

 

intendente fabry, 1 de husares

Intendente fabry, del 1º de Húsares.

 

maire, 7 husares 1809 - 1815

Maire, del 7º de Húsares (1809 - 1815).

 

sargento lefebre, 2 rg de ingenieros

Sargento Lefebre, del 2º de Ingenieros.

 

schmit, 2 reg de cazadores montados

Schmith, del 2º de Cazadores Montados.

 

vitri, guardia regimental

Vitri, de un regimiento de la Guardia

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12 noviembre 2011 6 12 /11 /noviembre /2011 17:03

 

 

EL CAFÉ DE LA BELLA ANDRELUTXI

1840

 

                           

                           Muchas veces, la vida intima de una ciudad se mide por el número de sus cafés, bares y demás establecimientos "gastronómicos", que facilitan la vida social de sus habitantes. En nuestra ciudad, Donosti, este número es actualmente elevadísimo, motivo por el cual tenemos los vascos en general, y los donostiarras en particular, tan bien ganada fama de personas sociables, sabios del buen comer, del mejor beber, y amantes de la fiesta.

                               Pero si retrocedemos en el tiempo, vemos que los cafés de otras épocas, eran bien diferentes a los que actualmente conocemos, quedando reducido ese "glamour", de la palabra café, a la no menos digna y honrada de cantina, mesón, bodega, etc.

                               El café más antiguo del que se tiene noticia, en San Sebastián, es el "Café de la Facunda", que existió en el interior del recinto del Cubo Imperial, es decir, escondido entre las centenarias piedras de sus murallas. Suponemos que no necesitarían de sistema alguno, para lograr el máximo confort dentro de ese establecimiento, ya que el grosor de sus muros, les procurarían una temperatura agradable y constante para soportar los calurosos veranos y fríos inviernos de la costa cantábrica. Allí se reunieron honrados vecinos de aquel tiempo, enfrascados en sus acaloradas tertulias.

                               Más tarde, el café principal era el conocido como de "AndréLutxi" de Leclercq, vecina respetable, que llamó la atención de todos sus contemporáneos por su gran belleza. Me extenderé un poco más, en este establecimiento "gastronómico", ya que no es nada conocido, y por tanto, la mayoría de los historiadores modernos ni lo mencionan en sus trabajos, a pesar de tratarse del segundo más antiguo que se conoce de San Sebastián.

                               Parece ser, según se desprende de lo dicho por López Alén, nieto de la citada Lucia o Lutxi, que se encontraba situado en la Plaza Mayor, antiguamente conocida como Plaza Nueva, cerca de la esquina más próxima al antiguo Ayuntamiento, en su lado derecho si lo miramos de frente.

 PLAZA DE LA CONSTIT.

EN LAS ARCADAS DE LA IZQUIERDA DE LA FOTOGRAFÍA

SE SITUABA EL CAFÉ DE "ANDRE LUTXI"

                              

                               Su propietaria, Lucía Abalía, destacaba como ya he dicho, por su gran belleza de entre las damas donostiarras, y gracias a ese encanto natural, entre otros muchos, enamoró a un vecino, también de buen ver, que había enviudado recientemente. Se trataba de Luis Leclercq, natural de Rebaix, Bélgica.  Pronto se casaron, aproximadamente sobre 1835 - 36, y tuvieron descendencia. Un hijo, Ramón, nacido en 1837, y tres niñas, dos de las cuales casaron con los hermanos Benito y Joaquín Jamar, muy conocidos en la historia de Donostia, por su dedicación a la política, entre otros menesteres. De esta progenie, proceden los Leclercq que actualmente viven en nuestro San Sebastián.

                               Luis, ayudó a su mujer en los asuntos referentes al mantenimiento del café, pasando juntos momentos muy duros, como la Primera Guerra Carlista, con el asedio y bombardeo de la ciudad. Es fácil imaginarnos el ambiente del café de Lucia, de moda en ese momento, lleno de vecinos entre el ruido de los clientes y el humo de los cigarros, comentando en concurridas y apasionadas  tertulias los aconteceres y, sobretodo,  desgracias que les rodeaban. Sería fácil ver en nuestra recreación, el local lleno de casacas rojas, pertenecientes a los soldados ingleses de la Legión Auxiliar Británica, que se encontraban defendiendo nuestras murallas, para salvar de los carlistas el pensar liberal de nuestros antepasados donostiarras. Era un café famoso por los helados, refrescos, y por supuesto, por el chocolate, bebida tradicional de los donostiarras, donde las haya, cuyo uso y consumo en nuestra ciudad se pierden en la oscuridad de los tiempos.

                               De esta época se ha conservado un documento, fechado el 1 de Diciembre de 1840, en el que Luis Leclercq, padre de mi tatarabuelo, solicita al Ayuntamiento que les sea concedido, bajo arriendo, los sótanos de la Casa Consistorial, con el fin de almacenar y conservar hielo. Este documento nos indica claramente, que existe una producción y venta de helados y refrescos en el establecimiento que regentaban.

PETICION AL Ayto. LUIS LECLERCQ (1840)

 

                          El historiador y escritor Juan Mari Peña, recogió una entrevista que se hizo a Don Bartolomé Guruzeta, fundador de la Casa Restaurante Bartolo de la entonces denominada calle del Puyuelo. Este donostiarra, fallecido el año 1898, mencionó que recordaba el Café de Andre Lutxi de Leclercq, y que era, sin duda, el primer y único restaurante, si nos remitimos a lo que conocemos como tal en la actualidad, que existía en San Sebastián - Donostia el año 1855. Estaríamos, por tanto, ante el primer restaurante de la historia de Donostia. La primera casa que se fundó para deleite de estómagos propios y foráneos.

                              Existieron otros cafés, por la misma época. Uno frente al muelle, perteneciente a un tal Latierro, más conocido por el nombre de Perikoenea. Otro en la calle Mayor, esquina a la de Embeltrán, sitio donde estuvo el primer café llamado de la Marina, y que pasado el tiempo, su propietario, Vicente Ortiz, trasladó a la calle Esterlines. En este café destacaban también sus celebrados helados del Corpus Christi y de la Virgen de Agosto, ya que parece ser que era tradición consumirlos también en fechas señaladas. En este antiguo café, tenían su centro de conspiración político literaria los intelectuales de entonces, como Baroja, Joaquín Santesteban, Jamar con sus ideas republicanas, el desgraciado poeta Bilintx, muerto por una granada carlista durante la Tercera de estas Guerras, al que alcanzó en su casa, etc.

                               Eran también cafés concurridos el de Escala, el de Aristizábal y el del Comercio, hasta que desaparecieron el Hornabeque y la Puerta de Tierra, y los baluartes con sus murallas.

                               A partir de este momento, se aprovechó el ensanche de la ciudad, una vez liberada esta del cinturón opresor de sus murallas. Aparecen el famoso "Café de la Marina", y posteriormente el "Café del Norte". Estos establecimientos eran muy distintos a los que les precedieron, con la exhibición de grandes lujos en sus decoraciones, frecuentándolos un nuevo tipo de clientela, más exigente y estirada que la tradicional de otros tiempos. Estamos en el nacimiento del San Sebastián elitista, donde veraneaba la "crème de la crème", de España y parte de Europa, pero esa, es otra historia....

 

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13 octubre 2011 4 13 /10 /octubre /2011 15:28

 

ciudad de san sebastian

 

I ª GUERRA CARLISTA EN SAN SEBASTIÁN DONOSTIA

 

Desde su origen a la Batalla de Oriamendi

 

 

 

 

COMIENZA EL SITIO

  

            El 29 de Septiembre de 1833 moría Fernando VII, siendo San Sebastián la primera ciudad española en proclamar a su hija Isabel II como legítima heredera del trono. Este hecho aconteció incluso antes del primer levantamiento carlista que degeneró en la sangrienta guerra civil.

 

            La guerra no se hará sentir de manera directa en la ciudad hasta bien entrado el año de 1835. Tras los fracasos de las expediciones de las tropas de Isabel II al Valle de las Amézcoas, dirigida por el general Valdés con la intención de acabar con Zumalacárregui, toda Guipúzcoa, exceptuando San Sebastián cae  en manos de los defensores de Don Carlos como aspirante al trono. San Sebastián comienza a ser  asediada rápidamente.

 

            El 6 de diciembre de 1835 los carlistas toman posiciones en el cerro de San Bartolomé, promontorio que domina parte de la ciudad y todas sus comunicaciones a excepción de la marítima. El  general carlista Montenegro, amenaza con bombardear inmediatamente la ciudad dando un plazo de, únicamente,  dos horas para abrir sus puertas y rendir la guarnición. Mientras tanto, los sitiadores continúan  reforzando sus posiciones apoderándose del fuerte o casa fortificada de Arambarri,  cuya guarnición "fue pasada a degüello a vista de la plaza" según las crónicas de Baldomero Anabitarte. Aquí deberíamos hacer un pequeño esfuerzo y ponernos en la piel de nuestros antepasados. La sensación de miedo ante unos hechos sangrientos y crueles, la sensación de ruptura con la cotidianeidad de sus vidas, de sus negocios, de sus comodidades más básicas… el final del modo de vida que hasta ahora habían conocido. Sólo los más entrados en años conocían los peligros a que se verían expuestos, ya que seguro que en su memoria no se habían borrado aún los dramáticos acontecimientos vividos 22 años atrás, durante la Guerra de la Independencia.

 

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Panorámica de San Sebastián en esos días. Según un grabado del cirujano de la Legión    Auxiliar Británica Henry Wilkinson.

 

VIVA ISABEL II

 

            La ciudad de San Sebastián fue la primera de España, como ya he señalado anteriormente, en levantar la bandera a favor de la futura reina Isabel II. Este hecho, junto al levantamiento, casi general, del resto de la provincia a favor del hermano del difunto rey, ocasiona un rápido y total, a excepción de la vía marítima, bloqueo de la población.

 

            El Rey Fernando VII falleció el 29 de Septiembre de 1833 a la tres menos cuarto de la tarde. El 2 de Octubre llega a la ciudad la noticia, de manos del Capitán General, gracias a una Real Orden que acababa de recibir. Desde el primer momento las autoridades municipales le participaron su total apoyo a la futura reina Isabel. La ciudad levantó en tan sólo dos días, a su costa, un Batallón de 300 voluntarios con su correspondiente número de oficiales, que recibió el nombre de Batallón de Isabel II,  mandado por D. Joaquín de Sagasti, teniente de fragata retirado. Ante los rumores constantes que venían del exterior y gracias al apoyo con que contó dentro de la ciudad con estos voluntarios, la escasa guarnición pudo salir al exterior con la seguridad de que la plaza no se iba a perder. Fue un movimiento espontáneo que no se arrendó ante las inquietantes noticias que llegaban, que indicaban un levantamiento general del reino a favor de Don Carlos. Este Batallón desempeñó dentro de la plaza todas las faenas que hasta ese momento eran exclusivas de la guarnición militar, ahora ausente por encontrarse patrullando en la provincia, e incluso una compañía de 100 voluntarios actuó, junto a las tropas regulares, en acciones desarrolladas en Hernani (17 Nov.), Ataun (14 Dic.), Amézqueta (15 Dic.) y Andoain. En virtud de la Real Orden de 12 de Enero de 1835, en que se declaró el estado de sitio en las provincias vascas, esta milicia urbana paso a estar bajo el mando del Capitán General.

 

            El 27 de Octubre de 1833, en la Plaza Nueva, actualmente conocida como Plaza de la Constitución, el Ayuntamiento junto a todas las autoridades civiles, eclesiásticas y militares, proclama públicamente ante la mayoría del vecindario, a Isabel II como reina legitima de España.

 

            Afortunadamente para los partidarios de la futura reina, también conocidos como “cristinos” o “liberales”, la ciudad de San Sebastián – Donostia es una plaza fuerte fronteriza, por lo que se encontraba fuertemente amurallada en el frente terrestre, a la vez que desarrolla todas sus actividades diarias al amparo de la fortaleza conocida como Castillo del la Mota, sito en el monte Urgull. Estas fortificaciones, a pesar de su antigüedad y dudosa efectividad ante un verdadero ejército de asedio, el castillo data de comienzos del segundo milenio y las murallas del siglo XVI, ocasionan que, a su amparo, la plaza cuente con una guarnición militar suficiente para defenderla en un primer momento, a cuya protección se encomiendan los vecinos partidarios de la joven reina.

 

            Inmediatamente es bloqueada por tierra, y comienzan las tropas carlistas obras militares de sitio a su alrededor, de manera que este se hiciera efectivo y total. Pero no debemos olvidar otro punto importante, como es el hecho de que se trata de una plaza con puerto marítimo, detalle que favorece la llegada de refuerzos y suministros procedentes de las ciudades aliadas.

 

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Puerto de San Sebastián (1836). Robert Batty

 

            Dentro de la ciudad y a costa de sus vecinos, se forman inmediatamente las compañías de voluntarios liberales, que eran denominadas “txapelgorris”, a consecuencia de llevar en sus cabezas una boina o “txapela” de color rojo. Las primeras tropas conocidas con ese nombre, parece ser que se formaron en las zonas próximas a Éibar, extendiéndose el apodo a todas las unidades de voluntarios liberales desplegadas y/o aparecidas por toda la geografía guipuzcoana. Las unidades de liberales voluntarios se caracterizaron por sus valientes actuaciones, que muchas veces rayaban en verdaderos actos suicidas, a ojos de los observadores internacionales, neutrales o no. Se trataba de unidades que albergaban en su interior ese odio que, lamentablemente, caracteriza a la mayoría de nuestras confrontaciones civiles. Son guerras fratricidas. Esto es motivado porque muchos de ellos procedían también de zonas rurales en las que el movimiento insurreccional había triunfado, motivo por el cual habían tenido que huir dejando detrás haciendas y familias. Por parte carlista, el odio hacia estas unidades enemigas era también enconado, no dando ninguna de las partes cuartel al enemigo vencido.

 

            Con estos antecedentes nos encontramos ante una de las características que van a marcar la contienda durante toda su historia. Esta guerra se caracterizara por la brutalidad, las matanzas de prisioneros y la guerra sin cuartel. No hay ningún tipo de miramiento con los prisioneros o con los convecinos que no opinan lo mismo que las facciones dominantes en ese momento sobre el terreno. La única excepción que podía salvar a un militar prisionero, ya sea oficial o tropa, era la posibilidad de un canje por  otros prisioneros, pero este detalle no se daba con la cotidianeidad que hubiera sido deseable.

 

 

INTERNACIONALIZACIÓN DEL CONFLICTO

 

            Los desmanes llegaron pronto a oídos del resto de naciones europeas, por lo que el gobierno tory de Gran Bretaña mandó con carácter de urgencia a una misión negociadora encabezada por Lord Elliot, cuyo objetivo era “humanizar”, vaya sarcasmo, en todo lo posible la guerra. Logró que se firmara en 1834 un tratado conocido como Tratado de Lord Elliot, en el que se decía que los prisioneros debían ser tratados como tales y canjeados por los que se encontrasen en el bando contrario. Pero este acuerdo sólo se aplicó a la zona vasco – navarra, ya que según refieren algunas fuentes partidarias de Don Carlos, los liberales se opusieron a que el resto de escenarios bélicos se vieran afectados por el tratado, a pesar de los deseos del propio general Zumalacárregui. Según las opiniones de los  partidarios carlistas, entre las que destacan las publicadas en sus memorias por el futuro general prusiano Von Goeben, entusiasta voluntario carlista, está en que el énfasis en acotar la aplicación del tratado al resto de la geografía nacional se debía a la seguridad en alcanzar una rápida victoria, que tenían los cristinos en esos territorios, hecho que no ocurría en la zona del actual territorio vasco – navarro. Pero, repito, se trata de opiniones muy partidistas que me limito a mencionar para el personal análisis del lector.

 

            El 22 de Abril de 1834 se firma la cuádruple alianza, formada por países europeos que simpatizaban abiertamente con la causa de la regente María Cristina a favor de su heredera, la futura Isabel II. Esta unión englobaba a Francia, Portugal y Gran Bretaña, quienes se pusieron inmediatamente a trabajar en el envío de cuerpos expedicionarios que luchasen a favor de la causa liberal. Así, llega la “Legión Portuguesa” a las ordenes del Barón Das Antas, formada por unos seis mil hombres. Francia envía su famosa “Legión Extranjera”, formada casi en su totalidad por tropas alemanas y argelinas, en número cercano a dieciséis batallones apoyados por varios escuadrones de caballería. Y finalmente llega al puerto de Santander la “Legión Auxiliar Británica”, que al mando del General George Lacy Evans llegó a disponer entre sus filas de no menos de dieciséis mil hombres, apoyados en ocasiones por tropas del ejército regular británico, más exactamente de la infantería de marina y de varios buques, a las ordenes de Lord Jonh Hay.

 

            Ante esta nueva intervención extranjera contra sus pretensiones hereditarias, el aspirante, proclamado por sus seguidores  como Carlos V, lanza una proclama en la que se pone de manifiesto que:

 

            “los cuerpos extranjeros que viniesen para sostener el dominio de la usurpación en la cuestión de la sucesión, que era cosa que atañía tan sólo a la nación española, quedaban excluidos de los beneficios del Tratado de Lord Elliot”.

 

            Esta proclama fue la desencadenante de nuevas matanzas entre las distintas facciones, ya que la falta de cuartel por parte de un bando originó la rápida y similar respuesta por parte del agraviado.

 

LLEGA LA LEGIÓN AUXILIAR BRITÁNICAUNIFORME DE LA LEGION

 

            La plaza de San Sebastián contaba con una guarnición muy reducida, por lo que para evitar que un punto tan importante cayese en manos carlistas, el general Córdova dispuso la llegada inmediata de la Legión Auxiliar Inglesa y de dos regimientos españoles, bajo el mando del general Evans. Estas tropas embarcaron en el puerto de Santander, operando conjuntamente desde este momento con las fuerzas regulares de la marina británica de lord John Hay.

 

            El 10 de Julio de 1835, exactamente a las nueve de la mañana, hacía su entrada en el puerto de San Sebastián un vapor inglés con el primer batallón de tropas auxiliares.

 

            Nada más tocar tierra el jefe de estas presentó un pliego del Teniente General Álava, embajador de España en Londres, y amigo personal de Lord Wellington al Ayuntamiento:

 

GENERAL ALAVA 2

Teniente General Álava

 

            “El primer batallón con 10.000 hombres sale mañana con destino a esa plaza, y dentro de cuatro días le seguirá el segundo, ambos de la misma fuerza de 500 hombres cada uno. El primero va mandado por el mayor Kerby.

 

            Recomiendo por el bien del servicio, que nada falte a esos cuerpos.

 

            Aquí se está levantando un cuerpo de 10.000 hombres y los oficiales encargados de esta operación, están ya en Irlanda, Escocia y los Condados Ingleses, activándola por todos los medios posibles. Los dos batallones no son quizá de la gente más brillante, pero se compone una buena parte, de soldados cumplidos y licenciados, de los Cuerpos de la Real Guardia.

 

            Es importante a los ojos de los rebeldes y de la Europa, de que se vean en la Península 10.000 uniforme encarnados, levantados con autorización de este gobierno.

 

            Ha sido preciso acelerar su salida para aprovechar también momentos favorables y los embarazos en que la muerte de Zumalacárregui, debe haber puesto al Pretendiente.

 

            Los Jefes son excelentes y pueden estar VS seguros de que observarán la más severa disciplina y no se mezclarán en cosa alguna que tenga relación con nuestra política, y sólo defender el trono de SM”.

 

            Londres 1º de Julio de 1835.

 

            P:D: El primer Batallón lo manda el Mayor Kirby; el segundo, el Mayor Ellis y ambos formarán la Brigada, bajo las ordenes del Brigadier Chichester.

 

            21 años después del saqueo e incendio de la ciudad a manos de las tropas británico - portuguesas que nos tenían que “liberar” del francés invasor, nuestras calles volvían a ser pisadas por casacas rojas. Los recelos no serán extraños en nuestros familiares, ya que muchas heridas no se pueden curar en tan poco espacio de tiempo, cuando el agravio es tan grande. Saquearon y destruyeron completamente nuestra ciudad. Ultrajaron, robaron, violaron y asesinaron a nuestros vecinos, y todo esto durante una semana entera, sin que ningún mando británico hiciese algo por detenerlo.

 

            A pesar de esto, el Ayuntamiento tarda solamente un día en contestar a Álava:

        

            V.E. conoce bien que este vecindario sólo ofrece en el día, la imagen de unas fortunas arruinadas por una larga serie de desgracias y por el influjo de un sistema prohibitivo, que paraliza y obstruye todas las fuentes de la riqueza pública. Y en sus virtudes cívicas fundan mis esperanzas de hallar medios para dejar airoso el empeño de VS en esta ocasión.

 

            Ignoro absolutamente lo que se haya estipulado con respecto a estos Cuerpos, porque ni yo ni ninguna otra autoridad, que yo sepa, ha recibido instrucción alguna sobre el particular, pero atento a llenar las necesidades más perentorias, uniré todos mis esfuerzos para que de nada carezcan y con todas las comodidades posibles en mi recinto, donde en el día, se acumulan su considerable población, con mucha tropa y considerable número de familias refugiadas dentro de sus muros y puedo asegurarle que el Batallón que llego ayer a este Puerto, está cómodamente acuartelado y los Jefes y oficiales, ocupan los mejores alojamientos en casas donde se posee el idioma inglés.

 

            Han sido recibidos nuestros auxiliares con solemnidad y júbilo universal por los habitantes de la Ciudad”.

 

 

DICIEMBRE de 1835. EMPIEZA LA LUCHA

 

            Los hechos previos al asedio de San Sebastián habían comenzado el 1 de Diciembre de 1835, y este sitio duró hasta la ruptura del mismo, ocurrida el 5 de mayo de 1836. Ese día 1 de Diciembre el General al mando de todas las tropas carlistas levantadas en armas en la provincia de Guipúzcoa, hace llegar de manera secreta, una carta al Gobernador de la Plaza de San Sebastián. En ella, el jefe carlista expresa su deseo de que se produzca un levantamiento en su interior a favor del pretendiente Don Carlos. Esta carta fue introducida por un platero llamado Aspiazu. La indignación que provocó, la consecuente acusación de traidor  y otras circunstancias concurrentes, desencadenaron el fusilamiento de este mensajero en la planicie de Santa Catalina.

 

            El 5 de Diciembre los carlistas ocupan por la noche el alto de San Bartolomé, desde donde pueden bombardear la ciudad. La situación se estaba haciendo desesperada, ya que el aislamiento de la misma duraba cuatro meses ya, teniendo que sustentarse toda la población civil natural de la ciudad, los refugiados que huían de la provincia y la numerosa guarnición dentro de los muros de la ciudad.

 

bloqueo de san sebastian

 

            Los acontecimientos se suceden, cada vez más amenazantes e intimidatorios. Una casa fortificada conocida como Fuerte Arambarri, como ya he mencionado anteriormente, punto exterior a la ciudad que ayudaba a su defensa, cae en manos de las tropas carlistas. Estos, sin compasión alguna y como clara amenaza y aviso de lo que puede pasar si los donostiarras no abren sus puertas, degüellan a toda la guarnición que había caído prisionera, ante los muros de la ciudad y de sus asustados moradores. La guarnición presenció los hechos sin hacer nada para intentar salvar a sus infortunados compañeros. Este lamentable detalle ocasionó una posterior investigación, con la consiguiente depuración de responsabilidades entre los mandos existentes en la plaza.

 

            El General carlista Joaquín Montenegro dirige una amenazadora carta al Presidente y personal de San Sebastián:

 

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            “Con esta misma hora y fecha digo al Gobernador de su Plaza lo siguiente; Estoy resuelto a bombardear esa Plaza, como general encargado de las Operaciones del Ejercito que se halla en estas inmediaciones. Vea V. si tiene que exponerme algún medio que evite las fatalidades que amenazan a ese pueblo, y en esta Casa recibiré en audiencia a un ayudante u oficial de esa guarnición, un individuo del Ayuntamiento y otro del Comercio, y esto en el preciso espacio de dos horas, que terminadas sin contestación por V, será la señal para dar principio activamente como he dicho.

 

                  Lo cual traslado a V. Con el mismo fin indico al jefe de esa guarnición. Dios guarde a V.

 

Campo de San Bartolomé, 6 de Diciembre de 1835 a las nueve de la mañana. Joaquín Montenegro”.

 

            Esta amenaza llega el mismo día que la ciudad ve como arde el puente de Santa Catalina, recientemente construido, que ni siquiera se encontraba terminado de pagar a la empresa constructora. Me gustaría, en este punto, pedir un esfuerzo a mi amable lector, y que juntos, intentemos meternos en la piel de uno de nuestros antepasados. Atrapado entre esos hacinados muros, con raciones cada vez más escasas, temeroso, asustado ante los futuros acontecimientos que ve irremisiblemente cerca, temeroso por él, por su familia, por todo….

 

            El Ayuntamiento no se digna contestarle, por lo que el primer bombardeo que sufrió la ciudad se produjo el 7 de Diciembre, con el lanzamiento de bombas del 36 y 24 pulgadas. Este ataque causó las primeras bajas civiles, ya que resultaron muertos D. Pedro Ardoz, a la sazón capitán de un buque mercante francés y una mujer de la que desconocemos su nombre.

 

            A las 8 de la mañana del 10 de Diciembre entraba en la bahía el vapor inglés “Phoenix”, con 106 artilleros y 200 infantes más de la Legión Auxiliar Británica bajo el mando de un Coronel. Primero se buscó su rápido acomodamiento, siendo elegida para este menester la Parroquia de San Vicente. Gracias a este refuerzo, tan solo tres días después de su llegada los carlistas cesan el fuego contra la ciudad.

 

            El año 1835 terminó de esta triste manera, con una ciudad asediada y un país roto por una sangrienta guerra civil. La situación alrededor de la ciudad todavía no había “explotado” con la terrible violencia y muertes que nuestros donostiarras verán durante los dos siguientes años. De momento las acciones se limitan a pequeñas escaramuzas en los barrios extramurales como San Martín y El Antiguo. Un curioso hecho se produjo en el actualmente conocido como “Pico del Loro”, ya que las tropas inglesas, para evitar tener que cruzarlo por encima al pasar de una playa a otra, deciden horadarlo, motivo por el que era conocido durante el resto del siglo XIX como “Ingle-zulo”. ¿Será el primer túnel que existió allí y oscura causa del origen del actual?

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Barrio del “El Antiguo” y “Pico del Loro o Ingle-zulo”.

Dibujo del Cor. Robert Batty (1836).

 

            El nuevo año, 1836, se inició de manera algo más esperanzadora, ya que mediante una rápida y efectiva ofensiva, el 10 de Febrero, se logra recuperar casi sin lucha el Alto de San Bartolomé. Los carlistas, en número superior a 1500, abandonaron sus posiciones y se retiraron hasta las alturas de Hernani. Dominar de nuevo el Alto de San Bartolomé, causó una gran alegría dentro de los asediados muros de la ciudad, ya que era la posición artillera carlista más amenazadora para todos sus pobladores. Lo negativo de esta jornada es la destrucción casi total que sufrieron los barrios de San Martín y de Santa Catalina, ya que resultaron completamente quemados.

 

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Barrio de San Martín, con el cementerio de San Sebastián.

Dibujo del Cor. Robert Batty (1836).

 

 

BATALLA del 5 de MAYO

   

            El mes de Abril del año 1836 supone un punto de inflexión en la historia de San Sebastián, ya que se produce la verdadera llegada de la División Auxiliar Británica. El día 19, llega a la bahía un buque con un batallón de “Txapelgorris” de Guipúzcoa. El 21 llegan dos buques, con 900 hombres de la Legión y su General en Jefe, George de Lacy Evans. Cuatro días después llega otro batallón de “Txapelgorris” y 2000 británicos más, y finalmente el día 28 , desembarcan 448 hombres más de la L.A.B. (British Auxiliary Legion).

 

LACY 3

                                                                     Tte. Gen. George de Lacy Evans. 

 

            La llegada de tantas tropas hace que los problemas de hacinamiento y de suministros sean aún mayores entre los donostiarras y sus “invitados”. A estas calamidades hay que añadir el miedo, que se extendió ante las noticias de un futuro bombardeo con unos proyectiles nuevos, inventados por un francés, a los que pronto se bautizó con el nombre de “tutorras”. Los carlistas habían amenazado con destruir toda la ciudad con esta nueva arma. Estos dominaban las posiciones del alto de Ayete.

 

            Ante estos malos augurios, se dio orden de preparar la ciudad. La iglesia de Santa María se convirtió en hospital y su culto se trasladó al convento de Santa Teresa. En San Telmo también se habilitaron cerca de 500 camas.

 

            Una vez realizados todos los preparativos, el general Fernández de Córdoba dio orden de que se preparara toda la tropa disponible a primeros de Mayo. Hay que señalar aquí, el hecho de que aún no habían llegado todas las tropas prometidas, pero la urgencia creada por las graves noticias que llegaban sobre el cada vez mayor poder de las tropas sitiadoras precipitaron los acontecimientos.     

 

            El 5 de Mayo muy temprano, aproximadamente sobre las cuatro de la mañana,  salieron de la ciudad siete batallones ingleses y cuatro españoles en tres columnas, iniciando así las operaciones que intentaran levantar el sitio. A pesar de las numerosas fortificaciones y empalizadas levantadas por los carlistas, las tropas aliadas llegaron a las primeras líneas. El hecho de que el terreno se encontrase embarrado, que la zona fuese pantanosa y que el fuego cruzado de los carlistas era verdaderamente certero ocasionó numerosas bajas. La primera línea enemiga fue tomada rápidamente, no siendo necesario más que un único asalto. La segunda línea se tomó con muy poca resistencia, pero en la tercera esta se hizo enorme, teniendo que retirarse las tropas aliadas al amparo de las faldas del cerro de San Bartolomé, tras no menos de dos horas de infructuosos ataques.

 

            Es en este momento cuando afortunadamente para las tropas liberales llega al puerto la escuadra de Lord John Hay con dos batallones de refuerzo ingleses, lo que supuso el refuerzo de más de 1200 hombres de refresco. Así mismo, arrimó dos de sus navíos, el “Phoenix” (o Fénix) y el Salamander  a la costa para efectuar un bombardeo sobre los carlistas con una precisión y acierto aplastantes. El propio general Evans recoge este episodio en su parte del día:

 

            “El acierto con que arrojaron las bombas a la distancia de 1000 varas, especialmente el Fénix, es admirable. Algunas de estas cayeron en la principal batería del enemigo, y abriendo una brecha entraron nuestras tropas. Los rebeldes se defendieron con mucha más obstinación que lo ordinario, pero al fin fueron completamente derrotados en toda la extensión de su línea”.

 

            Sobre este hecho, nada más y nada menos que un bombardeo naval desde la Bahía de la Concha me extenderé un poco más adelante, ya que es bastante singular, y debió ser todo un espectáculo para nuestros antepasados.

 

            Sobre la brutalidad de los combates del 5 de  mayo de 1836 en Ayete y Lugariz, a escasos metros de las murallas de San Sebastián, nos hablan muchos cronistas de épocas inmediatamente posteriores, como es el caso de López Alen, conocido historiador y cronista local, que firmaba sus obras como “Mendiz Mendi”. En sus escritos afirma que el número de bajas liberales fue elevadísimo, teniéndose que habilitar las iglesias de la ciudad como hospitales militares. La ocupación y trabajo en estos hospitales era tan grande, que no pudo celebrarse culto religioso en ellos durante mucho tiempo, habilitándose por parte del ayuntamiento un balcón en la casa consistorial para celebrar los actos religiosos.

 

            Hay que mencionar también, que el hecho de no dar en ningún momento cuartel por ninguna de las partes, las pérdidas fueron considerables, principalmente por parte de la división anglo española, ya que esta atacó a cuerpo descubierto las posiciones enemigas, mientras que estos se encontraban a resguardo de sus trincheras y troneras. Las cifran no pueden ser tomadas en total consideración, ya que varían de un historiador a otro. Las que recojo en este trabajo son las que he creído más detalladas, y no destacan, por exageradas, de la mayoría de datos publicados. Las pérdidas de ingleses y “cristinos” en los partes oficiales fueron 157 muertos en acción, entre los que hubo 20 oficiales, y de 700 heridos, de entre los cuales había 65 oficiales. Todo esto suma un total de 947 bajas aliadas. Destacaremos que en uno sólo de los batallones españoles de Txapelgorris hubo 126 muertos y heridos, lo que supondrá un porcentaje de bajas de 1 de cada 4. Por parte carlista las pérdidas se calculan en unos 300 hombres, entre ellos a su general en jefe, Sagastibelza, “el jefe carlista cuya apuesta figura a caballo llena de arrogancia y valor, causaba la admiración de los suyos y se enardecían con su presencia”.

 

            El grueso de las acciones se desarrollaron en Lugariz, donde  los carlistas resistieron con un terrible fuego sobre los atacantes. Lo mismo ocurrió en el caserío Santa Teresa, llegándose en innumerables ocasiones al cuerpo a cuerpo. En estos puntos  y tras varios y sangrientos intentos, se logró abrir una brecha en las filas carlistas con el apoyo del fuego artillero de los buques británicos, por la que pasó la Legión Británica. Hay que imaginarse lo sangriento del espectáculo, con las mezclas de gritos y quejidos en castellano, vasco e inglés.

 

MUERTE DE SAGASTIBELZA

 

            El general carlista al mando, Sagastibelza, a galope tendido, intentaba reorganizar sus líneas, pero una descarga de fusilería de las tropas aliadas destacadas en  el Fuerte “Pintoré”, terminó instantáneamente con él, al alcanzarle en la cabeza junto al caserío conocido como “Santa Teresa”.  Las tropas carlistas recuperaron a rastras su cadáver, impidiendo  que “manos enemigas lo ultrajaran”, trasladándolo hasta sus líneas, en el alto de Oriamendi, entre San Sebastián y Hernani.

 

CASERIO SANTA TERESA

 

            Estas fotografías inéditas y manuscritas, están extraídas del álbum fotográfico del conocido cronista e historiador donostiarra de la segunda mitad del S. XIX  Francisco López Alén (Mendiz-Mendi). Tienen un gran valor histórico, ya que se trata del único testimonio visual que queda de estos lugares.

 

FUERTE PINTORE 2

 

FUERTE PINTORE 1

 

 

FUERTE PINTORE 3

 

FUERTE PINTORE 4

 

             Fue una gran pérdida para las tropas de Don Carlos, ya que era conocido como uno de los generales más valientes con que contaba el aspirante al trono.

 

            José Miguel de Sagastibelza había nacido en Leitza, el año 1789, muriendo en acción, como ya hemos señalado el 5 de Mayo de 1836. Intervino en la guerra realista de 1821-23, con el grado de teniente. Cuando comenzó la Guerra Carlista, fue uno de los primeros en proclamar al pretendiente como Rey de España en el Baztán, organizando y dirigiendo el tercer batallón de Navarra. Pasado un año estaba al mando de los batallones 5º y 8º con el grado de coronel, encargándose de asegurar la entrada de refuerzos y materiales desde la frontera francesa. Era el hombre de confianza del general Zumalacarregui, siendo partícipe de numerosas acciones victoriosas. Entre estas destacamos la victoria en Larrainzar ante el general Oráa, que le valió el ascenso a brigadier. Fue nombrado comandante general de Guipúzcoa.

 

            A su muerte, el mando de las tropas carlistas pasa a manos del general Arana, quien con el refuerzo de más de 13.000 cartuchos de munición intenta recomponer la situación. Es en este momento, cuando entra en acción el apoyo a las tropas liberales del buque “Phoenix” y del “Salamander”, anclados en La Concha, y pertenecientes a la escuadra compuesta de 5 navíos bajo el mando de Lord John Hay, que comenzaron a bombardear las posiciones carlistas, con la “suerte” de que uno de sus proyectiles cayó en medio de 14 artilleros, matándolos a todos. Este hecho originó la retirada de las tropas carlistas hacia la población de Hernani, culminándose el levantamiento del asedio de San Sebastián.

 

LOR JHON HAY

Lord John Hay

 

            Los carlistas pidieron un armisticio para retirar sus muertos, ya que la artillería de los buques anclados en la Concha se lo impedía. El general Lacy Evans lo concedió. Lugares como Puyo, Ayete, Lugariz, presentaban un aspecto espectral. Destrucción por doquier, muertos en cada esquina, heridos que aún no habían sido socorridos…

 

I-GUERRA-CARLISTA 9290

Tumba del Coronel Tupper 

 

            Algunos oficiales británicos caídos durante esta acción fueron enterrados en el monte Urgull, bajo su castillo roquero, en el rincón más romántico que un ser humano se pueda imaginar,  junto a un acantilado salvaje, golpeado por el mar, rodeado de peñascos, y un espeso manto vegetal que le da su actual imagen  de abandono. Destaca en este cementerio la tumba del Coronel W. Tupper, del 6º de Fusileros Escoceses, muerto este 5 de mayo al frente de sus tropas. Este lugar lo conoceremos desde entonces, todos los donostiarras, como el “Cementerio de los Ingleses”.

 

            Esta victoria sobre los carlistas permitió que los sitiados desmantelaran todas las fortificaciones construidas para mantener el sitio de la ciudad, y aliviar un poco la situación de carestía que sufría la plaza, ya que escaseaba todo lo necesario tras sus centenarias murallas.

 

                  BOMBARDEO DEL PHOENIX y SALAMANDER

 

            Por tratarse de un hecho curiosísimo, voy a dar unos pocos datos más sobre el bombardeo efectuado desde la Bahía de la Concha por parte de la Marina Real Inglesa.

 

HMS SALAMANDER 1

DIBUJO del HMS SALAMANDER

 

HMS SALAMANDER 3

En este cuadro puede apreciarse el inicio del bombardeo, y a la población de la ciudad de San Sebastián aplaudiendo, curiosa, desde los malecones del puerto.

 

HMS SALAMANDER 2 

FOTOGRAFIA DEL HMS SALAMANDER

 

            El HMS SALAMANDER fue diseñado por Mr. Seaton, y botado el 16 de mayo de 1832 en el Sheerness Dockyard, desplazando 818 toneladas (medidas del constructor). Estaba armado, en origen, con dos cañones de 10 pulgadas y dos carronadas de 32 libras. Otras dos carronadas se dispusieron posteriormente. Bajo el mando de S.C. Dacres, el SALAMANDER, durante los años 1836-37 participó en muchas acciones en la costa de España. A menudo llevo tropas –una de las principales funciones de este tipo de buques- así como apoyar con su artillería e incluso con el desembarco de su propia tripulación a las acciones terrestres.

 

 HMS PHOENIX 3 EN 1854

En esta fotografía podemos ver al “PHOENIX” en una expedición al Ártico realizada en 1854.

 

HMS PHOENIX 

En este grabado podemos ver al HMS PHOENIX durante el bombardeo que hizo la escuadra británica a San Juan de Acre.

 

            El Phoenix también participó en el bombardeo del Castillo de Santa Isabel, en la entrada del Puerto de Pasajes, donde tres piezas de artillería carlista hostigaban a los barcos aliados. Mediante una descarga certera, mató a cinco artilleros, el resto de carlistas arrojaron al mar las bocas de fuego, antes de abandonar su puesto y huir al monte.

 

ACCIONES POSTERIORES AL 5 DE MAYO

 

            Aprovechando la superioridad ocasionada a raíz de la toma de Ayete  y San Bartolomé, y utilizando los refuerzos llegados, los aliados conquistan Alza y Pasajes el 28 de Mayo. La primera será la punta de lanza de las tropas de Evans, continuamente sometido a ataques de los partidarios del pretendiente. La segunda un importante punto de aprovisionamiento para sus tropas.

 

            Una columna entró en el Puerto de Pasajes con poca resistencia y se apoderó del castillo de Santa Isabel con el apoyo de la artillería naval de la flota combinada de Hay y del almirante Morales, como ya he indicado anteriormente. Los carlistas se defendieron desde este castillo de Santa Isabel con 3 piezas de artillería, pero los certeros disparos del Fénix mataron a cinco de sus artilleros, teniendo que arrojar los cañones al mar antes de retirarse. Los carlistas retrocedieron hasta Lezo y Renteria.

 

            Una fuerza del 1º de Lanceros británicos, a las órdenes del coronel Rait fue la primera en entrar en Pasajes.

 

            Sobre la falta de piedad hacia los prisioneros, hay que mencionar un hecho anecdótico sobre este punto, que se produjo en esas fechas. El teniente White, de la Real Infantería de Marina fue apresado entre Renteria y Oyarzun mientras realizaba algunos bocetos de paisajes. Wilkinson dice que respetaron su vida por ser del ejército regular inglés, ya que de haber sido oficial de la Legión hubiera sido ejecutado en el acto. Estuvo preso varios meses, hasta un canje por prisioneros, recibiendo todo tipo de comodidades durante su cautiverio. El oficial fue considerado miembro de un ejército regular y no mercenario.

 

            A partir de este momento, la mayoría de las acciones se desarrollaran en estos escenarios, siendo constantes los ataques y hostigamientos a que eran sometidos los aliados por parte de los carlistas, bajo el mando del General Eguía. Mencionaremos, como ejemplo, el ataque realizado sobre Alza el 1 de Octubre, que ocasionó no menos de 1200 bajas entre los más de 10.000 carlistas atacantes. Por su parte los ingleses y aliados, principalmente “Txapelgorris” en esta acción, sufrieron la pérdida de 500 hombres. También el ataque al Altiguo y Ametza, donde el mismísimo General Lacy Evans resultó herido por un proyectil en una oreja. En este ataque los carlistas perdieron aproximadamente 100 soldados, mientras que los británicos cifran sus pérdidas en unos 500 hombres.

 

 

BATALLA DE ORIAMENDI

 

PLANO-BAT.-ORIAMENDI.jpg

 

            De esta forma entramos en el año 1837, con los carlistas asediando los suministros por tierra de la ciudad, ya que dominaban todo el interior de las provincias vascas. En este contexto el mando cristino o liberal, preparó una ofensiva por tres puntos diferentes. El primero avanzaría desde Pamplona hacia el interior de Guipúzcoa, el segundo partiría desde Bilbao al mando del General Espartero, y el tercero desde San Sebastián con el General Evans a la cabeza de las tropas aliadas. Los dos primeros fallaron, dejando al general inglés sólo con sus tropas atacando, en los hechos que se conocerán desde entonces como “La Batalla de Oriamendi”.

 

            El primer objetivo de Evans era la toma de la población de Hernani. Para conseguirlo tenía dos posibilidades. La primera consistía en avanzar directamente, por el camino más corto, desde Aldapeta, por las alturas de Ayete y desde allí caer sobre el pueblo de Hernani, teniendo como principal problema el que tendría que enfrentarse directamente con las fuertes posiciones carlistas enclavadas en Oriamendi.

 

            El otro camino hacia su objetivo partía desde la población de Alza, su punta de lanza, forzando la línea defensiva enemiga de Ametzagaña. Una vez vencida esta, se deslizaría por el camino de Astigarraga hasta Hernani, por detrás de las líneas y fortificaciones carlistas, por lo que estos tendrían que replegarse y abandonar la población para no verse aislados.

 

            Esta segunda opción fue por la que se opto en un primer momento, comenzando la 1ª fase de la batalla.

 

            En el siguiente plano, que espero me disculpe el amable lector si hay algún fallo en cuanto al posicionamiento exácto de los puntos geográficos, pueden verse las líneas de frente de cada uno de los bandos. En rojo la de los liberales y azul la de los carlistas.

 

1-PLANO-LINEA-FRENTE.-JPEG.-AJUSTADO.jpg

 

1ª FASE: ATAQUE DESDE ALZA

 

            Situó sus principales fuerzas, como ya hemos señalado en Alza y el valle que separa esta población de la de Herrera. En la meseta de Alza colocó sus fuerzas de reserva, consistentes en:

 

            + 16 piezas de artillería a las órdenes de los coroneles británicos Colquhoun y Shaw.

            + Un Regimiento de Lanceros de reserva al mando del coronel Vakefield.

            + Un Regimiento de Zapadores de la L.A.B. bajo el mando del mayor Hunfrey

            + Y una Cia. de Infantería española con el capitán Brochero.

 

Delante de la población de Alza, desplego el grueso de sus efectivos, compuestos por:

 

            + 2ª División Española, al mando del General Jauregui.

            + División Española de Vanguardia, con el Coronel Llanos.

            + Tres Batallones de la 1ª y  2ª Brigada de la División Española de Vanguardia, Coronel Muñoz.

            + Brigada Ligera L.A.B., del Brigadier  Godfrey

            + Batallón de la Marina Real Inglesa , del Coronel Duven.

            + 1ª Regimiento de Infantería de la L.A.B. del Coronel Lancey.

            + 2ª Brigada de la L.A.B. del Brigadier Fitzgerald.

 

            En la parte más occidental de Polloe, a modo de tenaza, y amenazando el fuerte de Ametzagaña, otra brigada de la L.A.B. al mando del General Chichester y un Batallón de Txapelgorris.

 

            El General en jefe de este ejército, Lacy Evans, estableció su Estado Mayor en los terrenos y casería de Sagasti-Eder.

 

2-PLANO-UNIDADES.-JPEG.-AJUSTADO.DEF-jpg 

            El avance comenzó el día 10. Los carlistas que ocupaban el fuerte de Ametzagaña, al mando del Coronel Iturbe, lo abandonan al tratarse de una posición muy franqueable, pudiendo quedarse completamente aislada en el caso de ofrecer resistencia. Por este motivo, deciden unirse a la resistencia que se va está organizando en Txoritoquieta, más exactamente en su ladera, en la posición conocida como Antondegui.

 

3-PLANO-1--FASE--10-Marzo--JPEG.-AJUSTADO.DEF-jpg

 

            Es en este punto donde se produjeron los combates más encarnizados de la jornada, siendo tomado el puesto tres veces por los ingleses, a la vez que recuperado otras tres veces por los batallones carlistas de Guibelalde. Los jefes carlistas sabían que de ceder en Antondegui, los cristinos se deslizarían por el valle de Astigarraga, llegando a Hernani por la espalda de toda la línea fortificada por los partidarios del pretendiente.

 

2ª FASE: ATAQUE A ORIAMENDI

            Viendo Evans que no podía atravesar el frente enemigo por este punto, decidió cambiar la estrategia, decidido a atacar directamente por el alto de Oriamendi, y desde allí caer sobre Hernani. Por este motivo dedicó los días 11, 12, 13 y 14 a desplegar sus fuerzas en las nuevas posiciones, en fortificar el recién conquistado fuerte de Ametzagaña con una batería inglesa y asegurar sus comunicaciones, además de construir un puente de barcazas en Loyola para facilitar el paso de sus tropas.

 4-PLANO-2--FASE.-JPEG.-AJUSTADO.DEF-jpg

 

            En la zona del actual Miramón, desplegó a los Txapelgorris y  a los regimientos 6º y 7º de la L.A.B. al mando del General Godfrey. A su izquierda, en la actual zona ocupada por el Hospital de Guipúzcoa, los Regimientos 1º, 4º, 8º, 9º y 10º de Fusileros bajo las órdenes de los generales Chichester y Fitzgerald.  A continuación 5 batallones de la División de Vanguardia con el General Rendón. Más retrasados, a lo largo de la carretera de Ayete, los Lanceros, Marina Real y artillería.  

   

15 MARZO 1837 

              El día 15 fue el designado por Evans para ordenar el ataque general contra las líneas carlistas.

 

            La columna de la derecha, mandada por el General Jauregui debía avanzar por la carretera de Ayete, apoyada por los Lanceros británicos, artillería de la Legión y de la Marina Real además de un batallón de Infantes de la Marina Real, al mando de Lord John Hay. La columna de la izquierda, a las órdenes del Brigadier Rendón, atacaría hacia Ergobia. Por su parte las tropas británicas a las órdenes de los Brigadieres Chichester y Fitzgerajd arrollarían el centro enemigo.

 

            El día era muy malo, con lluvia e incluso algo agua nieve. El frio era penetrante. Los terrenos se encontraban en muy mal estado, por lo que la artillería estaba casi limitada a operar desde zonas próximas a la carretera de Ayete. Imaginémonos a los combatientes, tras varios días a la intemperie, empapados, sucios, helados hasta los huesos.

 

            Ante la superioridad aliada, los carlistas retroceden, tomando los liberales posesión del fuerte de Oriamendi a eso de las seis de la tarde, cuando la luz del día aún es considerable teniendo en cuenta la fecha en que nos encontramos. Evans ordena a sus tropas que se desplieguen hasta el pie de la fortificación de Santa Bárbara, por lo que la nueva línea del frente se convierte en un ángulo recto con su vértice en Oriamendi.

 

            En la ciudad de San Sebastián la expectación era enorme ante la inminente entrada de sus tropas en Hernani. Cantidad de donostiarras, ya sea de nacimiento o de refugio, se apresuraron a subir hasta las alturas de Oriamendi y acomodandose entre los numerosos cadáveres que poblaban el terreno, presenciar en primera persona la victoria de los ejércitos mandados por Evans. Incluso el organista de Santa María, el afamado  maestro Santesteban, había compuesto una canción para celebrar la segura victoria que se avecinaba. Esta partitura parece ser que fue recuperada de unos de los caidos, siendo adoptada por las huestes de Don Carlos como himno, "El Oriamendi". Este hecho no es del todo seguro, pero como dice el refrán... Cuando el río suena...

 

16 MARZO 1837

            Pero cuando por la mañana se desplegaron los casacas rojas, llegando incluso hasta el puente de Caravel, en la entrada de Hernani, ven mucho movimiento en el bando del pretendiente. Han llegado refuerzos a las órdenes del Infante D. Sebastián.  En efecto, ha llegado el Infante D. Sebastián con nada menos que 20000 carlistas de refuerzo.

 

INFANTE D. SEBASTIAN

 

            Don Sebastián María Gabriel de Borbón tenía en ese momento 26 años de edad. Era hijo del infante Don Pedro y sobrino de Carlos IV. Dirigió el ataque contra Madrid en la primavera de 1837. Murió en Pau en 1875.

 

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                                             Fotografía del Infante Don Sebastián de los años sesenta.

 

            Las tropas del infante, destinadas en un primer momento a enfrentarse con las de la guarnición de Pamplona, al verse libres por la retirada de estas últimas, emprendieron una marcha a paso forzado hacia Hernani, ya que era allí donde se estaba produciendo el acontecimiento bélico más importante. El día 16 a las 5 horas de la mañana entraron en Tolosa. Al mediodía estaban en Hernani.

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            Ante el empuje de las bayonetas, los de Evans se retiraron hasta Oriamendi, donde también fracasaron en el intento de contener el ataque. En el sector llamado Alegui, Evans había destacado dos batallones, uno español y otro inglés, que se vieron sorprendidos entre dos fuegos, uno al frente y otro en vanguardia. Estos batallones huyeron en desbandada, contagiando el pánico a muchas de las unidades. La carrera hacia la salvación fue frenética, ya que a los miles de soldados que trataban de salvar sus vidas hay que unir la de los cientos, o tal vez también miles, de civiles que habían acudido a presenciar la acción y que ahora entorpecían grandemente la maniobra de repliegue. La saña de las tropas carlistas para con los británicos fue feroz y despiadada, ya que no se les consideraba ejército regular, eran a ojos de los carlistas simples mercenarios. No hubo piedad alguna para con los heridos. Se habla de casos incluso, en que los txapeltxuris no atacaban a los españoles en retirada. Solamente se centraban en los hijos de la lejana Albión, delatados por el carmesí de sus uniformes.

 

            En el caserío Arizmendi se conservaba a mediados del siglo XX el recuerdo, transmitido oralmente de generación en generación, que junto a sus muros se hicieron enormes piras donde se acumularon los cuerpos de tantos muertos. Su entierro hubiera sido, sino imposible, sí muy laborioso, dado su gran número.

 

            Batalla Oriamendi 2

 

            Gracias a la heroicidad de un batallón de la Marina Real inglesa, que mantuvo su puesto haciendo descargas cerradas sobre los carlistas, lograron llegar esos infelices al resguardo de los muros de la ciudad de San Sebastián. A las 5 de la tarde ya había terminado todo. El Infante Don Sebastián se paseaba a caballo por entre los despojos del otrora orgulloso ejército aliado.

 

 

oriamendi

          Los carlistas rebasando lo que queda de una línea británica.

 

I-GUERRA-CARLISTA 9298

Tumba del Coronel Oliver de Lancey

 

            Los aliados sufrieron un gran número de bajas, entre las que destaco la del Coronel Oliver de Lancey, también enterrado en el Cementerio de los Ingleses del monte Urgull. Se estiman las pérdidas aliadas en unas 2000 hombres entre muertos y heridos, mientras los carlistas sufren aproximadamente 600.

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12 octubre 2011 3 12 /10 /octubre /2011 06:42

BURGOYNE 2 

 

           Existe en San Sebastián la opinión, sostenida por algunos escritores, que los restos de Fletcher se encuentran enterrados en el Cementerio de Los Ingleses. Para aclarar un poco el hecho, voy a exponer una serie de circunstancias que darán luz al tema.

 

            Según testimonios de autores contemporáneos, Sir Richard Fletcher, con otros oficiales de Ingenieros, fue enterrado en los Altos de San Bartolomé.  No debemos confundir su emplazamiento con el del posterior cementerio de San Bartolomé, fundado en la década de 1850.

 

            Posteriormente, el Coronel Shaw, perteneciente a l cuerpo de Artillería de la Reina durante la I Guerra Carlista, y ya veterano en San Sebastián, ya que había intervenido también como artillero en el sitio de 1813, en un librito publicado con el título “Description of the Panorama of San Sebastián”, refiriéndose a las operaciones del 5 de Mayo de 1836, describe las mismas aludiéndolas y comparándolas con las operaciones efectuadas durante la Guerra de Independencia, en esos mismos escenarios. Después de presentar el teatro de operaciones, dice lo siguiente:

 

            “The small monument near the windmill was erected to the memory of Sir Richard Fletcher, Capitán Rhodes and Collier, and Lieutenant Machel of the Royal Engineers, who were killed during the siege in 1813”.

    

             “El pequeño monumento junto al Molino de viento, ha sido erigido a la memoria de Sir Richard Fletcher, Capitanes Rhodes y Collyer y Teniente Machel, de los Ingenieros Reales, que murieron durante el sitio de 1813”.

 

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Grabado realizado por el Coronel Claudius S. Shaw en 1836, en el que puede verse, a la izquierda, el mausoleo de Fletcher en el Molino de Viento.

 

CEMENTERIO-DE-LOS-INGLESES 9265

 

            A mayor abundamiento, ha llegado hasta nosotros una lápida de mármol, dedicada por el regente de Inglaterra, Jorge, luego Jorge IV, fechado en 1814, que debe proceder de este monumento, y que en este momento se encuentra medio escondida en el cementerio de los Ingleses. Hay dos páginas que reflejan un acta de la sesión de la Junta de Gobierno del Museo Municipal del 9 de Abril de 1915, en la que se cita la recepción de una lápida conmemorativa inglesa, del sitio de San Sebastián de 1813, perteneciente al monumento que existió en el alto de Aitze-Errota (Molino de Viento).

 

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            Hay otra lápida, que también menciono, y que insisto en que sea, seguramente, un recuerdo dejado por los Ingenieros Ingleses en tiempos de la I Guerra Carlista, a sus compañeros caídos 20 años antes.

 

CEMENTERIO-DE-LOS-INGLESES 9268

 

            Me queda apuntar sólo unos restos en piedra arenisca, encontrados en la tumba de Sara, alusivos a Fletcher y sus compañeros ingenieros, que seguramente pertenecen a otro monumento o tumba, ya sea la de Aize-Errota o a la propia tumba del alto de San Bartolomé. De todas maneras, no pierdo oportunidad de insistir en la enorme “casualidad” de que esta lápida se encuentre aquí.

 

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CEMENTERIO-DE-LOS-INGLESES 9314

 

CEMENTERIO-DE-LOS-INGLESES 9315

 

            En un artículo firmado por el Coronel E.A. Macartney-Filgate, cuya copia facilitó amablemente a mi padre, José Luis Leclercq, el asistente de la librería del Instituto del Real Cuerpo de Ingenieros, Mrs. M. Magnuson, por mediación de Mr. Yuill, otro británico apasionado de nuestra historia, puede leerse:

 

            “El coronel Sir Richard Fletcher, a cuya pericia deben su eficacia las famosas líneas de Torres Vedras, murió el 31 de Agosto de 1813, durante el segundo asalto a San Sebastián. Se encontraba comentando con Sir Thomas Graham la situación del combate a consecuencia del fracaso de los primeros ataques a la brecha abierta en la muralla de la fortificación, al descubierto, en las proximidades del cruce del río Urumea, en un lugar conocido como el Arenal de Gros, lugar en el que murió.

 

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            Su cuerpo con el de otros oficiales ingleses fue enterrado en el alto de Aitzerrota (Molino de Viento) en la finca que hoy se llama “La Cumbre”, propiedad del Duque de Tovar.

 

            Fue erigido un sencillo monumento, cuya descripción está en poder del conservador del Museo Municipal de San Sebastián, Don Pedro de Soraluce. Durante la Primera Guerra Carlista en 1836, el monumento fue respetado tanto por los carlistas como por los cristinos, pero desapareció, en algún momento, hace unos 50 años aproximadamente, a causa de las remodelaciones de la ciudad y sus suburbios. Simultáneamente, en la ladera escarpada de las alturas de la Mota que dominan el Golfo de Vizcaya, fueron colocadas varias lápidas rusticas conmemorativas de los oficiales británicos de la British Legion que lucharon por la causa cristina en 1836, siendo colocada una más en memoria de sir Richard Fletcher. Es de resaltar que esta no tiene nada que ver con su sepultura o con el monumento original, siendo posiblemente colocada en este lugar como compensación por la destrucción de la sepultura y mausoleo originales.

 

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            El lugar en el que cayó – Arenal de Gros – está situado en la orilla Este del Urumea, al pie de las colinas de arena del Chofre (Chofre Sandhills),en el que estaban emplazadas las principales baterías de brecha; el lugar en el que fue enterrado está situado al oeste del río Urumea, en las alturas de San Bartolomé".

 

lugar de la muerte de fletcher 

 

San Sebastián en la época de la I Guerra Carlista. A la derecha, en la parte inferior, señalado en rojo, se puede ver el comienzo del arenal donde cayó mortalmente herido Fletcher.

 

 ALTO DE SAN BARTOLOME

 

Fotografía del Alto de San Bartolomé y su convento realizada por F. López Alen a finales del XIX.

 

            La polémica no se limita a la conversación. La prensa vuelve una y otra vez sobre el tema. Así, el último año, el períodico guipuzcoano “El Pueblo Vasco”, cuando describe en varias ocasiones las visitas de los oficiales, hizo los siguientes comentarios:

 

            “Hicimos una pequeña investigación topográfica para aclarar los detalles del entierro del famoso coronel inglés de Ingenieros, Sir Richard Fletcher, el famoso autor de las renombradas líneas de Torres Vedras en Portugal, donde se rompió el poder de Napoleón I, comenzando el declive de su gloria”.

 

            Igualmente. “Es incomprensible la conducta del gobierno inglés respecto a Sir Richard Fletcher, ya que, en su aniversario ordenaba construir un mausoleo en la Abadía de Westminster, pero nunca se ocupó de sus restos mortales”

 

            Los extractos y opiniones reflejados muestran la admiración existente en España hacia la memoria de Fletcher que al acercarse 1913 se puso de mayor relieve por la Asociación Histórica del Centenario del Sitio.

 

            Expuestos los hechos, queda una sensación molesta por la aparente negligencia de Inglaterra con la memoria de sus grandes hombres, ya que Fletcher fue el máximo exponente del Arte de los Ingenieros de Campaña, influyendo de una manera remarcable en la estrategia de cualquier campaña.“

 

            He omitido algunos párrafos, pero con lo expuesto no hay dudas de la postura que aquí se defiende.

 

            En 1906, a preguntas realizadas por el Mayor Leslie (R.A.), el vice cónsul británico en San Sebastián expone la creencia de que los restos de oficiales y tropa fueron enterrados en el cementerio de San Bartolomé, por lo que, al ser clausurado este, como no son reclamados estos por particulares ni gobierno alguno, fueron enterrados en una fosa común, desapareciendo todo rastro.

 

            Espero que con todos estos datos, el lector tenga claro que el famoso ingeniero ingés no se encuentra enterrado en el Cementerio de los Ingleses" de San Sebastián - Donostia. Se desconoce el paradero final de sus restos mortales.

 

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6 octubre 2011 4 06 /10 /octubre /2011 08:26

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EL PUENTE DE SANTA CATALINA

Su Historia hasta nuestros días.

 

 

 

INTRODUCCIÓN

 

               Un pueblo con un puente lanza un claro mensaje al mundo contra el aislamiento, contra las fronteras. Es un intento de sus moradores por compartir, por conocer otras tierras y a la vez ser conocidos. Es el fruto de una necesidad comercial, del duro trabajo diario, de la búsqueda de la comodidad, es un intento por acortar el tiempo, por llegar antes.

  

               Un puente de piedra es una señal inequívoca de seguridad, de fuerza y poderío, de pujanza económica.

  

               Nuestros antepasados donostiarras siempre han buscado el contacto con el exterior, poder comerciar con otros pueblos, otras gentes. Conocer sus costumbres, otras educaciones. Todo esto ocasionó en ellos una apertura de miras, una mentalidad distinta al resto de españoles, no limitada a los Pirineos. Los antiguos donostiarras miraban hacia Europa, América…   al mundo.

 

               Pero nuestro puente, cuando lo había, siempre fue de madera hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX. El motivo es claro. Nuestras autoridades tienen miedo ante la continua amenaza militar del vecino francés, cada vez más poderoso. Tienen miedo por la, cada vez más acusada, debilidad de nuestro ejército, mal provisto, en muchos momentos desmoralizado, formado a base de soldados que únicamente se unían a sus filas para escapar de la terrible pobreza de sus pueblos y hogares. Todo esto hace que se aísle nuestra pequeña ciudad rodeada con fuertes murallas, estas sí serán de piedra, mientras que el puente y todo lo exterior a las defensas tiene que tener una característica bien clara… ser fácilmente destruido en caso de necesidad, en caso de guerra. San Sebastián es una Plaza fuerte fronteriza, es la primera línea de combate en caso de invasión. Por esta razón, todos los intereses de nuestros antepasados, sus derechos, sus ilusiones, se colocan en un  segundo plano en cuanto empezase un nuevo episodio bélico, tan comunes, para la desgracia de los donostiarras, en el discurrir de nuestra historia moderna y contemporánea.

 

               Hay muchos momentos de nuestro pasado que llegan de manera oscura, imprecisa. El inexorable paso de los años hace que muchos hechos cotidianos, y  anécdotas vividas por nuestros antepasados, queden difuminados en la memoria colectiva. A este discurrir natural de nuestra historia hay que sumar las calamidades y desastres sufridos por nuestros antecesores, con la consiguiente destrucción de archivos, enseres, recuerdos y vidas, dejando así, en el pozo del olvido, hechos que jamás podrán ser recuperados.

 

               Pero vayamos a nuestro puente…

 

               Desconocemos cuántos puentes han comunicado las dos orillas del Urumea durante la Alta Edad Media, si es que han existido realmente, ya que no nos ha llegado ninguna noticia al respecto. Por supuesto, de épocas anteriores, menos aún, por lo que no es muy real imaginar un puente durante estos periodos históricos.

 

               Tampoco está del todo claro cuántos se hicieron, a pesar de tener noticias de algunos de ellos, ya que puede que alguno figure en los anales como de nueva construcción y sea simplemente un arreglo de mayor o menor embergadura sobre los restos del anterior. De todas formas voy a intentar ser valiente e intentar enumerar los que a mi humilde entender ha habido, previo aviso a mi amable lector sobre los riesgos de equivocarme que esto conlleva.

 

 

1º PUENTE

El del diezmo a los pescadores

 

               La primera noticia que nos llega sobre la existencia real de un puente, en la zona conocida como Santa Catalina, se la debemos a un escrito fechado el año 1377 en el que es mencionado por primera vez. Como es presumible, se trata de un primitivo puente de madera. Los estudios arqueológicos y las obras realizadas en el transcurso de los siglos posteriores, nunca mencionan la aparición de resto alguno que señalara la posibilidad de una antigua construcción pétrea.

 

               El documento nos menciona la obligación que tenían los pescadores, de:

 “e mandamos que de todos los salmonef que se pefquen con redef en la barra de Surriola se de diefmo a los maniobreros de la Puente de Sancta Catalina”.

 

               Esta misma ordenanza está recogida en otro documento fechado en 1489.

 

               Lo curioso de la normativa que yo leo entre líneas radica a mí entender en el término empleado de “maniobreros”. ¿Acaso podía tratarse de un puente con alguna de sus partes móviles, para permitir el tránsito de navíos por el Urumea? Solamente es una humilde hipótesis que dejo caer.

 

               Ya entrado el S.XVI, empezamos a encontrar documentos que reflejan el malestar de los pueblos vecinos de San Sebastián, por tener que pagar cada vez que cruzan el río. La obligación de los pescadores a dar parte de sus capturas, ha derivado en el derecho a cobrar peaje por cruzar el puente. Este hecho perjudica claramente a los pobladores cercanos a la ciudad que tienen que encarecer el coste de sus productos cuando vienen a venderlos a Donostia.

 

               El primer documento de protesta está fechado en 1535, y en él se refleja la queja de la población de Azpeitia. El segundo, del año 1544, lo presenta el procurador de Rentería, y en el especifica que se hace pagar a personas, bestias y cabalgaduras, pidiendo que hicieran el favor de presentar el título por el que lo cobran.

 

               El procurador de San Sebastián respondió que “después de la fundación de la villa, estaba en  posesión de llevar los derechos” y que si se cobraban, era precisamente para dedicarlos a la conservación de dicho puente, “que era grande, larga y de mucha costa y sobre mar”. Además era de madera, por lo que se deterioraba continuamente. Pero San Sebastián no presentó ningún documento en el que se legitimase para el cobro, por lo que el litigio continuará.

 

               A mediados del S.XVI, sabemos que los pontoneros que cobraban el pontazgo habían arrendado su puesto al Ayuntamiento. Y el año 1550 recibieron una notificación de las Juntas Provinciales en la que se les prohibía cobrar tasa alguna bajo pena de cárcel. San Sebastián no aceptó la orden y al final quienes pagaron los platos rotos fueron los pontoneros, ya que dieron con sus huesos en la cárcel.

 

               Este pleito acabó en la Real chancillería de Valladolid, en cuyo legajo se puede leer que “siguen cobrando los derechos los arrendadores y sus criados y familiares, y afrontan a los que pasaban por el puente, tomándoles las bridas o frenos de los caballos”. Al final los donostiarras perdieron el litigio.

 

               El año 1573 sabemos que el puente se encuentra en un estado lamentable, amenazando ruina. Para repararlo el Ayuntamiento manda talar “robles y castaños bien crecidos”, con objeto de mejorar los pies del puente. Pero al final un golpe de mar lo derrumbó. No sé si este es el primer puente ya mencionado en el S.XIV, hecho que me extrañaría, pero por falta de datos fiables, hasta esta fecha, no afirmaremos que nos acercamos al segundo de los puentes.

 

               Lo que sí es constatable es que desde el año de su derrumbe, 1573, hasta la inauguración del nuevo, el Ayuntamiento tuvo que organizar un sistema de gabarras para cruzar el Urumea, y estas sí que cobraban, incluso a los donostiarras.

 

2º PUENTE

Imaginémonos un Puente Levadizo

 

                                                               

               Hay noticias de que para el año 1592 se encontraba ya terminado el puente nuevo, en el que se había invertido la nada despreciable suma de más de 1.500 ducados.

                                                               

               De esta nueva obra tenemos la descripción de un lezotarra apellidado Isasti. Nos lo describe como “Puente grande, de madera, que se extiende sobre el desemboque del Urumea, es de gentil artificio”. También nos indica que se abría en el centro para permitir el paso de “los navíos e bajeles e pirarías entraran e salieran rio arriba e mar adentro”.

 

               Indicare en este párrafo que desde Santa Catalina hasta Hernani, siguiendo el curso del rio, existían astilleros muy importantes, buen número de fundiciones, obradores de anclas, de toda clase de noble arma blanca, etc. Todo esto conllevaría un tráfico de cargamentos notable a lo largo del curso del rio.

 

               Aquel puente, aparecía fielmente representado, en uno de los cuadros que se hallaban a principios del siglo XX, en la escalera de la casa consistorial.

 

               Por referencias sobre el mismo, se sabe que sufrió mucho a consecuencias de las mareas y riadas, teniendo que ser sometido a continuos trabajos de reparación y mejora. También es curioso el hecho de que sea un puente con el tramo central levadizo, lo que puede corroborar en algo  la teoría apuntada anteriormente de que el antiguo, o antiguos puentes, también lo fueran, de aquí lo del término “maniobreros” del puente ya citados en 1377.

 

3º PUENTE

La Primera Víctima de una Guerra

 

                                                               

               Ya en el año 1659, D. Francisco Zumarrieta, Maestro Mayor de Fábricas y Fortificaciones de Guipúzcoa, presenta un proyecto base para un puente nuevo de madera, pero con las pilastras de piedra. No tenemos constancia alguna de cómo se hizo realmente, pero sabemos que ya en el 28 de Enero de 1667, tan sólo ocho años después de presentado el proyecto, hay una orden que manda “el adrezo habiéndose desconzertado dicha puente con unas aguas rezias que hubo, de manera que estuvo a peligro de caerse mucha parte de ella”.

 

               El gasto de conservación del puente era elevadísimo, ya que superaba los 1.000 ducados anuales. Por este motivo se pensó en construir otro, totalmente nuevo y en piedra. Estamos en 1683.

 

               Afortunadamente nunca se realizó, ya que el año 1719 San Sebastián fue sitiado por un ejército francés a las órdenes del Duque de Berwick. Para impedir el paso de los franceses se mandó cortarlo, acción que de nada sirvió, ya que este vadeó el Urumea algo más adentro. Suponemos que su destrucción no fue total, ya que no tendremos noticias del siguiente puente hasta casi medio siglo después.

 

 

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4º PUENTE

El Puente de los Proyectos y la Víctima de Napoleón.

 

               La realización de este cuarto puente es algo dudosa, por las razones que argumentaré más tarde. Veremos que ninguno de los proyectos se llevaron a cabo, manteniendo la ciudad un puente de madera que podía ser el ya existente anteriormente. Pero empecemos…

 

               En 1736, aprovecha el Ayuntamiento la llegada, de paso hacia Venezuela, por orden del rey, de varios ingenieros destinados a trabajar en esas lejanas tierras, rogándoles que estudiasen el antiguo proyecto de puente de piedra para nuestra ciudad.

 

               Del año 1740, existe un nuevo documento del Ingeniero Director de la Plaza, Brigadier D. Jaime Siere, quien por encargo del Ayuntamiento traza el plano de un nuevo puente, calculando los costes aproximados de su futura construcción en unos 824.260 reales. Este nuevo puente proyectado tendría once arcos, diez de los cuales medirían 27 pies franceses de diámetro, y el de en medio 32.

 

               Parece que el proyecto comenzó a ejecutarse con bastante lentitud, ya que pasados 16 años podemos leer un documento, perteneciente al Archivo de Simancas, en el que se dice que la piedra de mármol recogida para su construcción era bastante.

 

               Pero en 1757 se interpone un nuevo documento, obra del Ingeniero Felipe Crame, en el que se diseña un puente con 14 ojos, según se desprende de una acuarela trazada por él mismo. En él, se puede leer:

 

               “Plano, Perfil y Alzado de un Puente de Piedra de nueva idea, que puede executarse sobre el Río Hurumea en la Ciudad y Plaza de San Sebastián á fin de excusar con el gasto de una vez, el Continuo dispendio que resulta de la manutención á el de Madera que hoy tiene inmediato al que se propone; como se demuestra en el mismo Plano. — Explicación del Plano y perfiles, etcétera, etcétera

— San Sebastián y Junio 4 de 1757 —

Felipe Crame”.

 

               Algo después aparecen dos proyectos más, uno de Joseph de Ardazun con 5 ojos, y otro de Juan Ascensio de Chorroco con 9 ojos.

 

               Pero Francisco Ibero, importante y reconocido arquitecto, que se encontraba levantando la nueva iglesia de Santa María, rechazó los tres proyectos anteriores, y trazó otro, de un puente con 6 arcos realizados en cantería y uno en madera, como previsión en caso de necesidad bélica. Lamentablemente para él, le sorprendió la muerte, no realizándose tampoco su proyecto. Estas controversias defendiendo un proyecto o atacándolo, se realizaban gracias a la publicación de folletos que eran rápidamente distribuidos entre los ciudadanos. En su contra apareció uno titulado “Hidráulico consumado en pluma de un profesor y ciudadano de San Sebastián”. A este le siguió otro a favor del proyecto que se titulaba “Demostraciones justificativas dirigidas a desvanecer los errores de un hidráulico consumado”.

 

               La verdad es que en las deliberaciones que siguieron a su fallecimiento encontramos numerosas posturas a favor, y otras tantas en contra. Al final los partidarios del proyecto de Ibero, con el apoyo de varias personalidades de la corte de Carlos III, entre los que destacaban generales y ministros, lograron que las obras empezasen, pero en un verano sólo se construyó una de las pilastras, siendo suspendida la ejecución final de la obra.

 

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                      En el Archivo de Simancas existe este plano de un proyecto para la construcción de un puente de piedra, del siglo XVIII, muy interesante. El único problema es que el número de ojos que se representan no coincide con las descripciones de ninguno de los proyectados anteriormente.

 

               Lo único cierto que sabemos es que  para el año 1761 hay un puente en funcionamiento, según se desprende de la descripción que hace del mismo un tal Ordoñez. Dice que se “trata de un gran puente de madera, fuerte y curioso, con asientos en el medio de una y otra parte, tiene de largo 150 pasos y 12 de ancho”. Desconocemos si se trata del puente proyectado por alguno de los ingenieros anteriores, o si tiene algo de cada uno, pero afortunadamente, nuestros antepasados donostiarras pudieron cruzar el río sin peligros ni sobresaltos aunque sin una obra hecha en piedra. Puede incluso que se trate, y esto es lo más seguro, del antiguo puente de madera anterior a todos estos proyectos, sí señor lector, el mismo que fue cortado ante el avance del Duque de Berwick, una vez rehabilitado para su uso, como es lógico.

 

               En 1796 estuvo a punto de ser destruido durante la Guerra de la Convención, esa guerra que ocasionó una nueva invasión francesa y ocupación de la Plaza de Donostia por las entonces tropas revolucionarias, que llegaron a instalar la guillotina en la antigua Plaza del Ayuntamiento, que se situaba donde está actualmente la conocida como Plaza de la Constitución. Por cierto, se sabe que el infernal aparato funcionó, al menos, en dos ocasiones, una para mandar al paraíso celestial a un sacerdote emigrado del otro lado de los Pirineos, y la segunda para hacer pagar sus pecados terrenales a un pobre soldado que, a saber porqué motivos intentó desertar del ejército revolucionario… pero eso es otra historia… Los Convencionales franceses  utilizaron el puente para venir y lo volvieron a usar para irse, tras la firma de la paz de la Paz de Basilea entre ambas naciones. Afortunadamente lo respetaron.

 

 

LOPEZ ALEN 1899Puente que resultó quemado durante el asedio de 1813.

Cuadro pintado por mi antepasado, Francisco López Alén, a finales del siglo XIX, propiedad del Ayuntamiento de San Sebastián.

 

                 Si nos fijamos bien en el diseño del puente que aparece en el cuadro, vemos que no es el mismo que se aprecia en las fotografías existentes realizadas en la segunda mitad del siglo XIX. El número de sus pilares no es el mismo. Aquí, en este punto, dejo caer una nueva hipótesis, ya que sabiendo la trayectoria del autor, cronista de la ciudad, historiador, director de la biblioteca municipal, periodista, etc., seguramente sea fruto de un concienzudo trabajo de investigación realizado por él, por un hombre inteligente a la par que amante de la exactitud y el realismo.

 

               Como refuerzo a la teoría anterior, si vemos el detalle del plano que presento a continuación, realizado por los ingenieros militares británicos detallando el sitio a que fue sometida la Plaza de San Sebastián en 1813, en el que se distinguen las trincheras y demás trabajos de sitio realizados por nuestros “libertadores”, apreciará el lector que su disposición es exactamente la misma que la recogida en la pintura.

 

 PLANO 

               Sabemos que su estado era muy malo ya en 1812, cuando la ciudad se encuentra nuevamente ocupada por tropas de la vecina Francia, esta vez Imperiales, a las órdenes del General Rey. López Alén apunta en su trabajo, que el puente era de nueva factura cuando resultó quemado, siendo las tropas de ocupación las que se encargaron de construirlo. Este hecho, a mi humilde entender, me parece un poco dudoso, ya que la situación militar de los ejércitos franceses no era muy buena, como para emprender inversiones en un territorio con grandes posibilidades de ser perdido. De todas maneras, la necesaria llegada de nuevos pertrechos y tropas sí podrían dar la razón a nuestro cronista, ya que ese paso sería importante desde el punto de vista logístico, y por tanto, tendrían que cuidarlo y mantenerlo en buenas condiciones. Como no hay nada claro al respecto, lo dejo a la opinión de los lectores.

 

               Hay un dato que nos indica que el Ayuntamiento cobra nuevamente un impuesto por cruzarlo durante el año 1812, de manera que, con lo recaudado puede restaurar tres de sus secciones. Este detalle puede darnos algo de luz sobre el apartado anterior, ya que nos indica que muy nuevo no podía ser ante la necesidad de arreglos urgentes. Todo el dinero resultó perdido, ya que un año después de esta reparación es incendiado sin miramiento alguno por las tropas de Napoleón, nada más ver aparecer los ejércitos españoles y anglo-portugueses, que iniciarán el sitio cuyas terribles consecuencias conocemos todos los donostiarras.

 

5º PUENTE

The Provisional Bridge

 

                                                               

               Sobre los calcinados restos del Puente, los ingenieros británicos improvisaron unas pasarelas para poder seguir cruzando el rio. Este puente “provisional” no tuvo dirección de facultativo alguno, por lo que el riesgo de un desplome con sus funestas consecuencias era enorme.

 

               Por esta razón, creo que de peso, el Ayuntamiento pidió permiso para poder cobrar derechos de paso con el fin de recaudar fondos, porque sus empobrecidas arcas no podían dar abasto con todos los gastos que se les venían encima, y poder financiar, de esta forma uno nuevo. Tenemos que recordar que la ciudad había sido totalmente quemada por los ingleses y portugueses, saqueada sin piedad por esos “aliados” que, según muchos historiadores, sólo se limitaron a obedecer las órdenes del propio Wellington, quien quería destruir la ciudad,  rival comercial directa de su país, y cuya sola mención de su nombre, les recordaba continuamente numerosos hechos de armas, casi todos navales, de infaustas consecuencias para sus banderas.

 

               Sabemos de los importes que cobraba el Ayuntamiento el 1 de Mayo de 1815 por cruzar el Urumea. Cada persona pagaba 2 maravedíes, 12 por carro cargado y 8 por vacio. 8 por cada caballería cargada y 4 si esta no porta carga alguna. Los niños mayores de 4 años también pagaban a razón de 2 maravedíes. Los menores lo cruzaban gratuitamente, lo mismo que los militares, sus amistades y criados.

 

               El año 1816 el Ayuntamiento sigue cobrando sus derechos, ya que aún no tiene suficientes fondos para emprender la construcción de un puente nuevo. Sabemos que los vecinos de Loyola, Eguía y Pasajes, claramente perjudicados por este nuevo arancel, se oponían vigorosamente a pagarlo, llegando a bloquear el transito del puente provisional. Al final las aguas parece que se calmaron.

 

6º PUENTE

El sacrificado por los liberales

 

 

               La Real Academia de San Fernando , el año 1817, aprobó el proyecto presentado por el arquitecto Ugartemendia para la construcción de un nuevo puente. El Ayuntamiento mientras tanto sigue cobrando el peaje, lo que ocasiona, nuevamente protestas de los vecinos, principalmente de los barrios de Loyola, Eguía y Pasajes. Estos, en un momento determinado, llegan a bloquear nuevamente el paso por los restos del puente viejo.

 

               El año 1819, por fin, sale la obra a remate, comprometiéndose Don José de Aguirre-Sarobe a realizarlo, en representación de la empresa constructora “Viuda de Collado e Hijos”. El importe de la obra se fija en 509.900 reales, con un plazo de ejecución de dos años y nueve meses aproximadamente.

 

               La obra no se encontraba terminada cuando se produjo la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis, a las órdenes del Duque de Angulema. Estamos ya en 1823. Nuevamente los franceses pisaban nuestra tierra, esta vez para reprimir el espíritu liberal y entronar al rey Fernando VII dotado de todos sus poderes absolutos. Ante estos acontecimientos, se suspenden los inconclusos trabajos, desmontándose incluso uno de los arcos, el más próximo a Gros. Según López Alén no fue uno sino dos.

 

               El puente es terminado oficialmente el año 1826, siendo su costo real de 967.032 reales, consecuencia de los imprevistos bélicos. La mitad de estos gastos fueron sufragados gracias a los tan odiados derechos de peaje.

 

               El Rey murió en 1833, siendo reclamado el trono por su hermano Carlos Isidro, cabeza de los carlistas, en detrimento de los derechos adquiridos gracias a la derogación de la ley sálica, por la hija dl difunto monarca, la futura Isabel II. A estos acontecimientos sucesorios se unieron los políticos, que acusaban una fractura social enorme entre los partidarios del absolutismo y los seguidores de las ideas más liberales, seguidores estos últimos de la joven reina niña.

 

               La ciudad de San Sebastián fue la primera en toda España en proclamar a la reina niña como soberana, en contra del resto de la provincia que se alzó casi mayoritariamente a favor del pretendiente Don Carlos. Esto motivó que los carlistas, levantados en armas, apareciesen delante de nuestra ciudad para rendirla sin ningún tipo piedad. Nada más divisar nuestros ediles municipales y los mandos militares existentes en la Plaza a las primeras tropas carlistas, ordenan con gran dolor la quema de este puente, todavía nuevo, que aún ni tan siquiera se había terminado de pagar a la empresa constructora que lo realizó.

 

7º PUENTE

El de las Barcazas de Lacy Evans.

 

PUENTE SANTA CATALINA 2 

Vista de San Sebastián en 1836, en el que se puede ver un puente realizado con barcazas, seguramente el de la Legión Auxiliar Británica. Grabado perteneciente al libro “Oasis, el Viaje al País de los Fueros”, de Juan Mañe y Flaquer editado en 1879, del Museo de Zumalakarregui – Zumalakarregi Museoa.

 

               Ante la desaparición del puente a consecuencia del sitio carlista a que la ciudad se vio sometida, Sir George de Lacy Evans, general en jefe de las tropas británicas y españolas existentes en San Sebastián, construye uno provisional a base de barcazas. Esta construcción era vital para el desarrollo de las acciones militares que se tenían que desarrollar a lo largo de todo el litoral, justo hasta la frontera de Francia.

 

               Era una construcción muy inestable y endeble, por lo que animó al Ayuntamiento a que este emprendiera la construcción de un puente nuevo, mucho más sólido que el construido por su Legión, pudiéndose aprovechar los cimientos del quemado. Para facilitar al Ayuntamiento su difícil posición, ya que se encontraba con grandes problemas económicos derivados de la Guerra en la que estaba metida España, le ayuda con la entrega de madera que tenía en su poder para uso en el parque de las fortificaciones.

 

8º PUENTE

Le llamaban Zubi Zarra

 

 

               Según la descripción que hace de él Baldomero Anabitarte…

 

               “En la proximidad del arrabal de Santa Catalina extramuros de la plaza, se hallaba situado a la distancia de 320 varas contadas desde el camino cubierto del semi-baluarte en la prolongación del hornabeque, el puente de madera que servía para el tránsito cómodo de los que habitaban en los extendidos partidos de Loyola y calzada de Pasajes de la jurisdicción de esta ciudad y en las villas de ambos Pasajes, Rentería, Oyarzun e Irún”.

 

               El Ayuntamiento había recurrido a la emisión de acciones a 750 reales de vellón a un interés del 6% anual para su financiación, hasta lograr así la necesaria suma de 100.000 reales. Resultó ser un puente sencillo y sólido, dividido en ocho tramos, con dos andenes a los lados para facilitar el paso de peatones. Cada tramo tenía una longitud de 15 metros y una anchura de 6’6 metros. El arquitecto que lo diseñó se llamaba Mariano José de Lascurain, siendo posteriormente modificado el proyecto por Joaquín R. Echeveste.

 

               La obligación de pagar peaje se mantuvo, ya que de esta manera el Ayuntamiento quería sufragar los gastos inherentes a su mantenimiento. Este pago se radicalizó de tal forma que no se libraban del mismo ni los miqueletes, ni las comitivas fúnebres que se dirigían a oficiar un entierro.

 

               Es curioso observar en alguna fotografía o pintura de la época un puesto de miqueletes a la entrada del mismo. Su razón de ser la encontramos en el aumento de tráfico que experimenta la construcción a raíz de la inauguración de la estación del Norte, que se ven obligados a regular, prohibiendo el paso de carros excesivamente pesados durante el día. Este discurrir de vehículos hace que sufra mucho su estructura, ya que el transporte es cada vez más pesado por la demanda de mercancías que exige la pujante ciudad en crecimiento. Todo esto ocasiona que se desunan las piedras de su base y se desclaven las tablazones del piso. Los  trabajos de mantenimiento no terminan nunca, hecho al que ya estaba acostumbrado nuestro consistorio desde muchas generaciones atrás.

 

               Convivió unos pocos años con el puente que lo sustituyó, el que actualmente conocemos todos los donostiarras, que por fin, se logró hacer de piedra. Era conocido por los lugareños con el cariñoso apodo de zubi zarra, hasta que fue derribado el año 1874. Hasta hace poco se conservaba del mismo el estribo central, que era utilizado a principios del siglo XX como ostrera.

   

                 De este puente existe una variada colección de fotografías. De las que muestro a continuación, las más interesantes a mi humilde entender, son las realizadas por López Alén, uno de los pioneros en este arte en nuestra ciudad, ya que alguna, seguramente sea inédita. También es digno de señalar aquí, que las notas manuscritas están realizadas por él mismo, por nuestro entrañable cronista, también conocido como Mendiz Mendi.

 

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Año 1863. Colec. F. López Alén.

 

1863 FOTO LOPEZ ALEN010 

Año 1863. Colecc. F. López Alén.

 

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Año 1864, al fondo el puente. Colecc. F. López Alén.

 

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Foto Sup. año 1864, Colecc. F. López Alén.

 

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Año 1865., al fondo puede verse nuestro Zubi zarra. Colecc. F. López Alén.

 

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Año 1865. Colecc. F. López Alén.

 

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Año 1865. Colecc. F. López Alén.

 

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Año 1866. Colecc. F. López Alén.

 

 

1868 FOTO LOPEZ ALEN105Año 1868. Colecc. F. López Alén.

 

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Año 1869. Colecc. F. López Alén.

 

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Año 1870. Colecc. F. López Alén.

 

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Año 1871. Colecc. F. López Alén.

 

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Año 1872. Colecc. F. López Alén.

 

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Año 1872. Colecc. F. López Alén.

 

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Vista de los dos puentes años 1871 -72

 

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Como testimonio de la transición entre ambos puentes, podemos apreciar en esta fotografía de López Alén, realizada en 1875, el actual puente de Santa Catalina junto a los restos de las pilastras del desaparecido.

Colecc. F. López Alén.

 

 

9º PUENTE

Nuestro Puente de Santa Catalina

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               Las Juntas, en Fuenterrabía, acuerdan construirlo en piedra, fijándose su coste en 1.600.000 reales. Por fin parece que el anhelo de tantas generaciones de donostiarras se va a ver realizado. El Ayuntamiento de San Sebastián contribuirá con todo el importe que supere esta cantidad, emitiendo para lograr este cometido acciones. Gracias a una serie de gestiones previas, llevadas a cabo de una manera exquisita por los señores Joaquín Jamar y Máximo Aguirre, se estipula el fin del odiado peaje por cruzarlo. Esta noticia hace que las acciones emitidas sean vendidas en su totalidad en un solo día.

 

               Así, comienzan las obras el año 1870, de manos del contratista José Antonio Arzuaga, según los planos diseñados por D. Antonio Cortázar. Pero el Octubre de ese mismo año, un fuerte temporal arrasa con el maderamen, parte de la mampostería y hormigón, dañando considerablemente la obra.

 

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images3               A pesar de este contratiempo, el puente fue inaugurado el 23 de Junio de 1872. Su coste ascendió a la cantidad de 613.882 pesetas en lugar de las 450.230 presupuestadas, es decir, 160.000 más sobre lo presupuestado. Además se abonó al contratista 50.000 pesetas más en concepto de indemnización por daños y mejoras, contribuyendo nuestro Ayuntamiento a afrontar la mitad de esta cuantía.

   

               Las características de esta construcción son las siguientes:

 

               Mide 127 metros de longitud por 12 de ancho, distribuidos en 7 metros para la calzada y 5 para los andenes, además de 0.80 metros de pretiles o antepechos. La estructura está formada por 5 arcos rebajados con 23 metros de abertura cada uno.

 

               El espesor de las bóvedas es de un metro en la parte más alta, llegando hasta el metro y medio en la zona del arranque de las mismas.

 

               Las elipses que forman los arcos descansan sobre sillares de erección en la línea de estiaje y sobre pilas de tres metros de ancho. Estas pilas están fundadas sobre seis hiladas de pilotes separados entre sí ochenta centímetros. Estos pilotes están cortados a 2’90 metros debajo de la línea de estiaje.

 

               La cimentación se ha construido por pilotaje y hormigón. El número de pilotes de fundación es de 696, con un diámetro, cada uno, de 0’30 metros en su centro, clavados hasta el nivel de rechazo. Después de clavados los pilotes, se procedió a dragar el área para formar una superficie plana, sobre la que luego se vertió hormigón, que unido a los pilotes constituye el cimiento del puente.

 

               Los macizos del puente están construidos a base de piedra de Motrico, y caliza roja de Loyola para la formación de los tímpanos y ménsulas, así como para las dovelas y macizos interiores. La decoración en el momento de su inauguración consistía únicamente en dos escudos, cada uno en una de las entradas, uno perteneciente a España y el otro a Guipúzcoa, y cuatro escudos más en su zona central de cada uno de los partidos judiciales de San Sebastián.

 

               Este puente ha estado sometido a continuas reformas, casi todas ellas motivadas por el constante aumento del tránsito de vehículos y peatones, que en algunos momentos llegaban casi a colapsar el puente. La primera reforma de consideración se realizó en 1911, consistiendo en el aumento de 6 metros la anchura del puente. En noviembre de ese año se ciega el ojo más cercano al barrio de Gros como consecuencia de la ampliación del muro que encauza el Urumea. La siguiente ampliación, hasta alcanzar los 25 metros de anchura se realizó en 1924 bajo la dirección del ingeniero J. Machimbarrena.

 

 

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               En 1926 se le añadió unos elementos que para los donostiarras de nuestros días se han vuelto imprescindibles a la hora de recordar la silueta del puente. Se trata de las monumentales farolas que lo decoran e iluminan, realizadas por la fundición Luzuriaga.

 

               La última de las reformas importantes que ha sufrido se produjo en 1974 - 75, al incorporarle un colector. Esta obra varío un poco estéticamente su cara sur, pero sin importancia.

 

 

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ALGUNAS FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA

 

 

ANABITARTE, Baldomero. Gestión del Municipio de San Sebastián en el s. XIX.

INSTITUTO GEOGRÁFICO VASCO “ANDRÉS DE URDANETA” INGEBA. www.ingeba.org.

LÓPEZ ALÉN, Francisco. Revista EUSKAL ERRIA. Recuerdos Donostiarras.

MURUGARREN, Luis. SAN SEBASTIAN DONOSTIA (1978). Caja Municipal de San  Sebastián.

PEÑA IBÁÑEZ, Juan María. Del San Sebastián que fue. Banco Guipuzcoano. (1999).

PIRALA, Ángel. San Sebastián en el Siglo XIX. (1900).

VILLANUEVA ALBACETE, Isabel. Diez Lustros de una Ciudad (San Sebastián 1813-1863).     

Patronato Municipal de Bibliotecas y Casas de Cultura. Ayto. de San Sebastián. (1989).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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11 junio 2011 6 11 /06 /junio /2011 10:30

                    INTRODUCCIÓN

 

                    En el verano de 1989, la Sociedad de Ciencias Naturales Aranzadi, de San Sebastián, recibió el aviso de que en unas obras, en el cercano pueblo de Tolosa, habían aparecido numerosos restos humanos. Inmediatamente se organizó una excavación de urgencia, para entresacar el mayor número de datos posibles al respecto.

 

                    Nos encontramos en los años de “boum” inmobiliario, y se está procediendo al derribo de un antiguo convento de las hermanas clarisas, en los terrenos conocidos como Igarondo, en Tolosa, para dejar paso a la construcción futuros pisos. En el lugar, perteneciente a los antiguos terrenos sitos entre el convento y el río, así como los del antíguo huerto de las monjas, en efecto, entre la tierra removida, se dejaban entrever algunos huesos, sin duda humanos.

 

                    EXCAVACIÓN

 

                    Durante los trabajos de investigación realizados, se pudo encontrar, en las paredes del antiguo edificio, inscripciones medio borradas por el tiempo, colocadas en lo alto de las puertas. En alguna de ellas, se pudo leer claramente la palabra “enfermerie”. Una palabra, escrita en francés, que nos daba claras pistas sobre el drama que se desarrolló entre estos muros hace dos siglos. Las tropas invasoras convirtieron el convento en un hospital militar con no menos de quinientas camas, lo que ocasionaba el colápso de toda la comarca ante la masiva llegada de heridos franceses desde diversos lugares de nuestra geografía. Este hecho obligaba a exigir a todos los médicos locales que ayudaran en el tratamiento de los soldados, minusvalorando las necesidades de la población local, que a la postre sufrió la lógica falta de atención sanitaria. Existen documentos en los que se quejan, los profesionales tolosarras, de estos hechos.

 

napoleonicaespaavitoria

 

                    Retrocedamos unos años, e imaginémonos el mundo que rodeaba estos restos. Estamos en plena Guerra de Independencia, en un mundo en que los caminos son inseguros y mortales para los soldados de la vecina Francia. Un mundo en el que las tropas hispano-británicas se están haciendo dueñas del país, recuperándolo y presionando duramente a las tropas napoleónicas hacia sus originarias fronteras.

 

                    ¿Qué es lo que hemos encontrado en el huerto del antiguo convento – hospital?

 

                    Muy sencillo, estamos en el lugar de enterramiento de los oficiales y soldados napoleónicos, que no sobrevivieron a las primitivas curas de esas épocas. Soldados franceses que nunca regresaron para poder fundirse en abrazos y besos con los seres que les querían, que les amaban, que les esperaban… y nunca más supieron de ellos. Son soldados caídos y tragados por el anonimato que casi siempre rodea a los vencidos. Perdedores ante el olvido de las prisas, del miedo, de la derrota. Cuantos padres, esposas e hijos nunca supieron , realmente, que había pasado con su ser amado. Nunca supieron donde había muerto. Qué le había matado. Nunca tuvieron un lugar donde depositar unas sencillas flores, y poder derramar una emocionada lágrima.

 

                    ENTERRAMIENTOS Y DATACIÓN

 

1989.7.1.HOSPITAL MILITAR FRANCES DE TOLOSA

 

                    La mayoría de los 115 cuerpos encontrados pertenecían a varones de edades cercanas a los veinte años. Los cuerpos se caracterizaban por tener unas complexiones fuertes y una dentadura en muy buen estado.

 

                    Había dos formas de inhumación claramente diferenciadas, la sepultura individual realizada en ataúd, y la fosa común, realizada en fosas rectilíneas y con varios pisos de esqueletos encontrados.

 

                    Las hipótesis sobre las realizadas de manera individual son dos. Una es que pertenezcan a un período de tiempo anterior a la derrota de las armas francesas, es decir, antes de 1813, con la retirada tras la batalla de Vitoria, por lo que las inhumaciones se harían sin prisas y de manera correcta. O que perteneciendo a oficiales, se les diese un entierro diferente, incluso en momentos de prisas. Yo personalmente me inclino a que este tipo de enterramiento, pertenezca a los oficiales franceses fallecidos con anterioridad a 1813. Lo de oficiales estaría basado únicamente en la diferenciación del "modus operandi" a la hora de realizar la inhumación, ya que entre los restos no apareció ningún objeto que los pudiera significarlos como tales.

 

                    Por otro lado los entierros en fosas comunes, a mi humilde modo de entender, y analizando las posturas de los cuerpos encontrados, hace que me decante por datarlos en el mencionado año de 1813. La forma de dejar caer los cuerpos de los muertos denota una gran prisa, y una sorprendente falta de consideración hacía el compañero caído. Seguramente estemos ante las muertes de numerosos heridos llegados tras la batalla perdida en los campos de Vitoria, rematados por la dureza del camino, y las nuevas víctimas producidas tras los duros enfrentamientos acontecidos durante la retirada hacia San Sebastián y la frontera francesa. El hostigamiento aliado es continuo e implacable.

 

                    RESTOS Y LESIONES

 

1989.7.3.ESQUELETO

 

Factura 3094

                    Entre los cuerpos hallados hay que destacar este esqueleto, en el que se puede apreciar un fémur amputado. Aparecieron no menos de ocho amputaciones. El serrado del mismo no fue completo, ya que hay una mínima parte del hueso astillada. Este detalle demuestra una falta de profesionalidad o de tiempo, por parte del cirujano, que no terminó el corte total del miembro. La falta de cicatrización del hueso es claro síntoma de la no supervivencia del individuo tras la intervención.

 

                    Muchos huesos largos presentaban fracturas y un deterioro notable en las zonas cercanas a las mismas. Este detalle junto a la aparición de numerosos alfileres de bronce alrededor de la lesión, son claros síntomas de encontrarnos ante unas fracturas abiertas y seguramente gangrenadas, que causaron el fallecimiento del militar. Los alfileres fueron utilizados para sujetar las vendas y gasas que cubrían las heridas abiertas.

 

Factura 3091

 

                    Así mismo es curioso el cráneo que presenta un agujero de forma triangular, hecho claramente coincidente con la sección de las bayonetas de la época. O el hallazgo de un proyectil incrustado en la cadera de otro individuo, lo que le habría ocasionado una muerte a causa de una segura peritonitis. Hay que notar la falta de poder de penetración de los proyectiles esféricos de la época, lo que ocasionaba grandes destrozos traumáticos en las zonas afectadas por su impácto.

 

                    CONCLUSIONES

 

                    Nos encontramos ante un cementerio militar francés, perteneciente a la Guerra de Independencia, situado a escasos 40 kilómetros de la ciudad de San Sebastián (Guipúzcoa). Estaba situado en los terrenos pertenecientes a las huertas del antiguo convento de las monjas clarisas, de Tolosa, que durante la guerra fue ocupado por las tropas francesas y utilizado como hospital militar. Es casi seguro que algunos enterramientos sean anteriores a 1813, muertos por acciones de la guerrilla o por otras causas que desconocemos, pero ninguno posterior a esa fecha. Casi todos podrían ser datados en el ya mencionado año, como consecuencia de la retirada de los ejercitos franceses ante los reveses bélicos sufridos.

 

                    Las prisas y la falta de interés por el tema y período histórico que nos ocupan, motivaron la imposibilidad de excavar todo el área utilizada como cementerio militar, no pudiendo analizarse más que una mínima parte de la misma, sucumbiendo el resto bajo las implacables palas de las excavadoras. El número de enterrados en este "huerto" podría superar con facilidad el de varios centenares de individuos.

 

Factura 3095

 

                    Los restos hallados fueron conservados por la Sociedad de Ciencias Naturales Aranzadi de San Sebastián para su posterior estudio y custodia. Del cementerio “in situ”, ya no queda nada, ni una mínima referencia o indicación.

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JOSÉ MARÍA LECLERCQ SÁIZ
Arqueólogo por titulación, historiador por afición.
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COLABORACIONES CON MEDIOS

220px-Captain Sir George Ralph Collier

He sido invitado al programa "La Mecánica del Caracol" de Radio Euskadi, para aportar mi visión diferente del Asedio de San Sebastián de 1813 y del Cementerio de los Ingleses del Monte Urgull de la Capital donostiarra.

 

Aquí os dejo el enlace: (es a partir del minuto 26)

 

http://audios.ak.cdn.eitb.com/multimedia/audios/2013/09/05/1183446/20130905_17290709_0006216797_002_001_MECANICA_5_9.mp3?__utma=197087544.815877857.1378409429.1378409429.1378454323.2&__utmb=197087544.2.10.1378454323&__utmc=197087544&__utmx=-&__utmz=197087544.1378454323.2.2.utmcsr=eitb.com|utmccn=%28referral%29|utmcmd=referral|utmcct=/es/radio/radio-euskadi/programas/la-mecanica-del-caracol/&__utmv=-&__utmk=131552463

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