LOS MATONES DEL PASEO NUEVO
UN ASESINATO EN SAN SEBASTIÁN
Cuando los donostiarras paseamos por este precioso paseo que rodea el monte Urgull, y que nos regala auténticas joyas casi todos los anocheceres, somos desconocedores de su historia negra, oscura.
Os contaré.
Los obreros que construían este romántico lugar a principios del siglo XX, tenían un gran problema en el "tajo". Dos de sus compañeros, por llamarlos de alguna manera, eran unos gallitos chulos, que amargaban las jornadas a sus compañeros de obra. Insultos, algún golpe, empujones y amenazas, hacían que fueran temidos por el resto de atemorizados trabajadores .
Pero un día todo esto cambió, y lo hizo de manera trágica, como estas cosas suelen suceder...
Uno de estos matones, que eran hermanos, empujó a otro compañero cuando este portaba a sus espaldas un pesado saco de cemento. Este infortunado dio con sus huesos en el suelo, y la cosa empezó a torcerse peligrosamente.
Tras una discusión entre los hermanos y un grupo, salieron los primeros armados, preparados para imponer su tiránico reino en las obras del Paseo Nuevo. Los contrarios, eran tres obreros llamados Isidro Ruiz, Mariano Díaz (el que se había dado el trompazo) y Dámaso Portugal. La bronca empezó frente al edificio donde se encontraba el Bar Internacional, que a riesgo de equivocarme nos situaría en la calle Aldamar, esquina con Soraluce.
Comenzaron los golpes, e Isidro pudo neutralizar a uno de los hermanos que estaba armado con un palo, y tras inmovilizarlo en el suelo, recibió una profunda y mortal puñalada en la espalda, lanzada por el otro matón, que ya había dejado heridos a los otros dos trabajadores. Tras esta cobarde y criminal acción los dos hermanos huyeron a la carrera.
Estos dos sangrientos matones se llamaban Pedro y Donato Balda Mendieta. El primero fue detenido cuando salía de su domicilio en la calle Ferrocarril, tras haberse cambiado de ropa, justo cuando iba a huir de la ciudad. El segundo, Donato, el traidor asesino del pobre Isidro, fue detenido en la calle Oquendo.
Los hermanos ingresaron en la cárcel de Ondarreta, tras confesar su crimen.
El muerto se llamaba Isidro Ruiz Berraondo, de 47 años, casado, y natural de Haro. El fatal ataque le había perforado uno de sus pulmones. Dámaso, de 36 años, era de Armiñón, y resultó contusionado y con heridas en la frente. Su compañero, Mariano, tenía una herida leve en la mano.
Los asesinos eran naturales de Arbuzu, Navarra, y tenían 19 y 17 años respectivamente.
Vidas echadas a perder...
El Pueblo Vasco.
30 de Mayo de 1915