DE PROFESIÓN "MIRÓN"
En nuestro precioso monte Urgull, existía un personaje, funcionario municipal, encargado de velar para que entre sus escondidos rincones y senderos, las parejas de enamorados no se "perdieran"...
En una entrevista que se le realizó en El Diario Vasco el año 1938, soltó algunas perlitas, dignas de ser perpetuadas en la pequeña historia de nuestra gran ciudad.
"A las parejas que habitualmente vienen por aquí las tengo catalogadas y sé de qué pie cojean. En cuanto aparece una nueva, me basta un día para estudiarla; y conozco los miradores del monte tan al dedillo, que, sin que ella sepa si quiera que yo existo, me doy cuenta de todos sus pasos".
Aunque después matiza que eso no significa que se dedique a perseguir a los novios por gusto. "Me gusta cumplir bien con mi deber".
También dice:
"Padres de familia ha habido que me han dado las gracias, porque les avisé a tiempo para que ataran corto a alguna chiquilla precoz. Y también hubo alguno, que por no haberme hecho caso, vino luego llorando a pedirme perdón, cuando ya no había remedio".
Lo más curioso es que le llegó, unos años antes de comenzar la Guerra Civil, una carta desde Barcelona, escrita por un asiduo, molesto... o molestado, y anónimo veraneante, en la que le retaba a "cazarle" en sus devaneos amorosos clandestinos entre nuestra frondosa vegetación de Urgull. Lamentablemente desconocemos si vino o no, al ser interrumpida la labor de Cupido en nuestro monte, durante los tristes años de esa sangrienta contienda.
Este personaje, contratado por el Ayuntamiento desde el año 1922, se llamaba Félix Haceta, y vivía con su familia en la casa que existe en la subida al castillo, detrás de Santa María. Tenía ocho hijos, de los cuales cuatro eran chicas...
¡¡¡Ahora me explico el porqué de tanto celo!!!